En las elecciones de la última década del siglo XX mexicano hubo un cambio sustantivo en la integración del Poder Legislativo Federal que se reflejó fielmente en 1997 cuando el PRI no alcanzó mayoría absoluta en la Cámara Federal de diputados y en el 2000 ese síndrome lo padeció en la Cámara de Senadores. Sin duda, en esa década el proceso democratizador fue intenso, caracterizado por una nueva interlocución entre el PRI, otrora hegemónico, y los partidos de oposición, principalmente el PAN y el recién emergido PRD; estas organizaciones políticas implementaron estrategias diferentes, el albiazul adoptó el colaboracionismo y el gradualismo, y en contraste el Sol Azteca asumió la práctica de un enfrentamiento contra el gobierno con la idea de suprimir al PRI del espectro político mexicano. En retrospectiva sabemos que la mejor lectura fue la del PAN porque logró la alternancia presidencial en el año 2000.
A la oposición (PAN) le llegó la primera gubernatura en 1989, y tras las reformas electorales de 1991, 1993-1994 y 1996 se produjeron importantes cambios en la geopolítica nacional, pues el PAN en 1995 ya gobernaba en 11 de las 32 capitales estatales y 218 municipios en todo el país, en 1991 obtuvo el gobierno interino de Guanajuato, en 1992 triunfó electoralmente en Chihuahua; en 1995 ganó Jalisco, refrendó Guanajuato y Baja California, y en 1997 incorporó a su cuenta Querétaro y Jalisco.
El PRD empezó a cosechar frutos más maduros en 1997, cuando obtuvo el gobierno del Distrito Federal y en 1998, aliado con el PT ganó Zacatecas; ese año también se agenció el gobierno de Tlaxcala y en 1999 el de Baja California Sur. Pero fue en 1997 su gran desplante, así como lo indican las cifras electorales en el Distrito Federal en donde en la elección de 1994 el PRI ganó todos los distritos, pero en 1997 el PRD ganó la jefatura y 38 distritos electorales. En Campeche se acercó al triunfo al obtener 41% de la votación por 48 % del PRI.
Estos resultados, aunados a los del PAN, evidenciaban el fenómeno histórico de una transición acelerada, localizada también en el
Poder Legislativo. En 1994 los 64 escaños del senado quedaron en poder del PRI, la oposición ingresó por la vía de la primera minoría; el PAN la obtuvo en 25 estados. En la Cámara de diputados el PAN fue segundo con 119 diputados, el más alto en su historia, el PRD 71 y el PRI 300. Zedillo gobernaría con carro completo los tres primeros años de su periodo.
Pero los resultados de la elección intermedia, 1997, acompasaron el ritmo político electoral de los siguientes tres años; ya no fue igual y fue premonitorio de lo ocurrido en 2000.
Esa experiencia histórica la vivió intensamente Andrés Manuel López Obrador en su carácter de dirigente perredista a partir de 1996, porque rectificó la estrategia de confrontación abierta al gobierno consiguiendo resultados electorales favorables en la elección de 1997, muy destacables para un partido con apenas ocho años de registro, contrastante con un PAN nacido en 1939.
Esta evaluación retrospectiva peca de incompleta por razones de espacio, de allí la ausencia de elementos adicionales para explicar el periodo de la transición democrática que desembocó en la alternancia del año 2000. Pero, da pie para conjeturar sobre la declaración de AMLO en el arranque de su campaña exhortando a sus seguidores a votar por los candidatos de su partido a legisladores “para que el poder Legislativo sea verdaderamente libre”, lo cual implicaría precisamente todo lo contrario pues en el hipotético caso de un triunfo de MoReNa en la presidencia y el Congreso, éste sería manejado a discreción por AMLO. Sería un fuerte contraste al equilibrio entre los Poderes de un gobierno, no más un Poder Legislativo subordinado al Ejecutivo, que es la propuesta de Andrés Manuel: llevarse el carro completo que históricamente tuvo el PRI durante décadas y todo mundo en la oposición criticaba.
Pero el voto diferenciado avanza: en 2006 AMLO cosechó 14.7 millones de votos los candidatos de la alianza Por el Bien de Todos quedaron 12.2 millones los candidatos al senado, y diputados 11.9 millones. En 2012 López Obrador consiguió 15.8 millones, los aspirantes al senado 13.6 millones y 13.4 millones para los aspirantes a diputados.
Obviamente las circunstancias que prevalecen en el país difieren a las de esos años e impactan en los partidos, en el gobierno federal, en el número de entidades gobernadas por cada partido, en los candidatos y, muy importante, en la voluntad ciudadana, quizás más interesada que antaño sobre cuanto está ocurriendo en este proceso electoral. alfredobielmav@hotmail.com
7- abril-2018. |
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