La tarea de gobernar un pueblo con características tan diversas como el mexicano es un verdadero reto para quien se mete a la política, por desgracia creen ser políticos muchos personajes que se encumbraron desarrollando sus habilidades como comerciantes, tarea sencilla en que solo se debe tener como divisa el lucro, comprar o producir a un precio para vender a otro añadiendo la utilidad pretendida, las malas artes campean en el comercio y vale la sentencia: “Negocios sucios grandes fortunas”. Simple calificación, quien más gana es el mejor empresario.
En estos aciagos días en que los negocios bursátiles andan por las calles de la amargura, los comerciantes ven la oportunidad de lucrar sin medida, se lucra en la banca, en el comercio, en los servicios y en los negocios turbios, los fuera de la ley, pero casi válidos en tiempos de crisis, pues ante el clamor de ¡sálvese el que pueda! Todo mundo ve por lo suyo y acomete sin piedad para lograr sacar ventaja en el mundo desordenado por la crisis financiera.
Los comerciantes, e incluyo en este calificativo a los empresarios industriales y de servicio, se han dado cuenta de que fuera de los espacios de gobierno, la cosa de ganar centavos se pone difícil, sin mayores dificultades se han incorporado a la política y para sorpresa de ellos mismos, han descubierto que el negocio mercantil, es mejor manejando con libertad la cosa pública, duchos en el arte de venta, han vendido sus habilidades a los gobernantes, los políticos que se han dejado seducir por el vendedor, asociado o apartado de los mercenarios, han sido seducidos, inducidos y conducidos, apartándolos del arte de la política.
Una de las más poderosas armas de un vendedor es el halago a su cliente, se trata de vender abalorios a precio de joya valiosa, cuando el político es seducido por el halago, todo es fácil para el vendedor, el pueblo gobernado pagara tarde o temprano los platos rotos en el contubernio político- comerciante. Al través de la historia hemos visto que no se ha inventado la vacuna contra el halago, permea con daño la coraza del político gobernante.
Grave para un pueblo la desnaturalización del arte político, para donde se dirija la mirada, encontraremos en el panorama gubernamental el absoluto control por parte de los empresarios, directamente o influyendo con sus habilidades la toma de decisiones de los funcionarios; el poder real lo ejercen quienes tienen el gran capital, su habilidad es extraordinaria, pues hacen sentir a los gobernantes que tienen el poder político.
El enredo armado por los dueños del gran capital es mayúsculo, en su afán de lucro permitieron que otro poder participe, nadie sabe qué tanto, pero el poder de la delincuencia de todo orden se nota, se pretende atenuar con la participación del poder militar y en esa disyuntiva, muchos ciudadanos ven con buenos ojos el retorno de lo militar al poder público. ¡AGUAS!
Abril 4 del 2019 lmwolf@prodigy.net.mx Luís Martínez Wolf
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