SIEMPRE SE ha dicho –y lo asume, incluso, el Presidente Andrés Manuel López Obrador- que las mujeres son más honestas que los varones, y estudios de expertos internacionales así lo han corroborado. Es indiscutible que la madre no tiene cómplices, y acaso por ello, cuando mentíamos de niños la chancla era la respuesta a la deshonestidad, mientras que con papá podía negociarse otro correctivo menos drástico por alguna extraña razón. Las féminas, se ha dicho hasta el tedio, son mejores administradoras que los hombres, y vaya que es cierto, a grado tal que como por arte de magia estiran las quincenas de tal suerte que alcanzan para todo, incluso para algunos gustillos ajenos al presupuesto como comer fuera del hogar o degustar antojitos los fines de semana, algo que no sucede con los varones que, en muchos casos se gastan el dinero con “los cuates” en parrandas o festejos. Por ello, ahora que la abogada y magistrada Sofía Martínez Huerta ha sido nombrada Presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado para el periodo 2019-2022, aunque no se tengan referencias llamativas de la flamante funcionaria habría que darle un voto de confianza por el hecho de ser mujer pero, sobre todo, porque es la primera de ese género que asume tan alta responsabilidad, “haiga sido como haiga sido”, ya que Veracruz lo que necesita en estos momentos de oscurantismo es alguien que lleve a buen puerto la justicia, tal vilipendiada en el Estado por jueces y magistrados corruptos que la pusieron al servicio del mejor postor en el pasado reciente, y que la usaron como instrumento de venganzas palaciegas en muchos casos. Insistimos, poco conocemos del pretérito de Martínez Huerta, y quizá lo honesto y recomendable sería permitirle ejercer sin críticas ni alusiones anticipadas, aun cuando pudieran existir otras profesionistas con experiencia sobrada para ese puesto. El nombramiento ya está, y lo prudente sería esperar resultados para asumir en su momento el papel que nos compete como críticos de lo que no funciona.
AHORA QUE, partiendo de los estudios de la investigadora Maryam Kouchaki, profesora asociada de gestión y organizaciones en Kellogg School of Management: “Todos mentimos, ya sea por razones nobles o por necesidad personal, pero hay estudios que indican una inclinación natural de las mujeres hacia la honestidad… al menos cuando se trata de defender sus propios intereses”. Eso sí, los mismos análisis demuestran que las mujeres son más propensas a mentir cuando defienden o representan a otros (que sería el caso de la flamante magistrada Presidenta del TSJE si, como se dice, fue impuesta desde Palacio de Gobierno). Kouchaki dice que las diferencias entre ambos sexos a la hora de decir la verdad, se debe a una combinación de biología y educación social. La investigadora en su investigación “Humildad moral: en la vida y en el trabajo, Investigación en comportamiento organizacional”, quería descubrir cómo se comportan las mujeres en negociaciones en dónde representan los intereses de otros. Por ejemplo ¿cómo actúa una jefa que está pidiendo a sus superiores mejores condiciones laborales no para ella, sino para sus subordinados? Kouchaki reclutó a 1 mil 337 participantes para realizar un ejercicio de negociación. El experimento concluyó que los hombres eran más propensos a mentir cuando negociaban a favor de sus intereses personales, mientras que las mujeres dicen más mentiras cuando defienden los intereses de terceros. Cuando se le preguntó a las mujeres por qué habían mentido, la mayoría dijo que se sentían culpables por decepcionar a las personas que estaban representando.
COMO FUERA, para la psicóloga Tamara de la Rosa “mentir constantemente puede ser contraproducente, pero engañar a los demás por no hacer sentir mal a otro o para proyectar una mejor imagen sobre ti mismo, es una parte natural de la vida”. Y aunque es difícil generalizar, la experta cree que la tendencia de las mujeres a mentir por otros “puede deberse a la presión social que siempre ha existido respecto al papel del hombre y la mujer”. Tradicionalmente, se espera que las mujeres vean por los demás, algo en lo que coincide el neuropsicólogo y autor del libro “El cerebro del niño explicado a los padres pero, sobre todo me gusta decir que soy padre”, Álvaro Bilbao, cuando sostiene que “sabemos que las mujeres tienen una mayor interconectividad cerebral lo que les permite ser más empáticas”. El experto también señala que “en general las mujeres están más en contacto con sus emociones y las emociones de los demás, y eso hace que tengan más habilidades sociales, por lo que son capaces de resolver muchas situaciones sin utilizar la mentira”, lo que en realidad de esperaría de la magistrada Sofía Martínez Huerta.
OTRO EXPERTOS COMO la feminista, filósofa y psicóloga estadounidense, Carol Gilligan, autora del libro Psychological theory and women's development (Teoría psicológica y desarrollo de las mujeres), sostiene que los hombres y mujeres tienen orientaciones morales distintas. Mientras que las mujeres conceptualizan los problemas morales como situaciones que involucran empatía y compasión, los hombres lo ven como una cuestión de derechos. Según los defensores de este enfoque, en el ambiente laboral los hombres buscar signos de éxito competitivo, como el dinero, mientras descuidan la satisfacción de las relaciones y el trabajo mismo. Por el contrario, se piensa que las mujeres ponen menos énfasis en el éxito competitivo y más en hacer las tareas bien y fomentando relaciones armoniosas.
EN FIN, es muy temprano para ejercer la crítica contra la nueva Magistrada Presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, y por lo demás, nos queda claro en la experiencia vivida hasta el momento que el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez está apelando a una de las reglas del mando: “el Poder se ejerce, no se delegada ni se comparte”, y en ese tenor, como ha sido desde tiempos inmemoriales, el titular del Ejecutivo en turno ejerce su derecho de nombrar al resto de los demás poderes (aunque no sería lo ideal), siempre y cuando el partido que lo llevó al poder lo haya hecho con un indiscutible mayoría, repetimos: “haiga sido como haiga sido”, y en ese tenor ¿Quién podría refutárselo?, o como bien dice el filósofo español, Gustavo Bueno, “en las elecciones el pueblo tiene la ilusión de ejercer el poder, pero no es así, claro, no hay voluntad general, ésa es una idea metafísica”, ya que quien lo ejerce sin tomarlos en cuenta es el Gobernante que llevaron al poder investido con ese tufillo de cacique trasnochado o dictadorzuelo en ciernes que le confiere el estar por encima de los demás, incluso del resto de los poderes con los que debería tener paralelismo. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com
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