Son los días del infortunio, cuando comenzarán a llegar las malas nuevas. Enclaustrados todos con Netflix o con lo que se pueda, divagando un domingo entre Televisa y TV Azteca y los programas deportivos inventando qué ponernos al aire, porque los estadios están vacíos, como en tiempos de guerra, porque los jugadores, muchos de ellos, han sido infectados por este maldito virus, porque hay silencio en el mundo del deporte y las tribunas languidecen y los gritos de gol no se escuchan, más que en la imaginación de cada cual. Tiempos difíciles, tiempos tortuosos de largo y sinuoso camino, dirían Los Beatles, entreteniéndose y matando el tiempo entre las lecturas y las pelis y el celular, donde todo llega, así divaga uno estos días de resguardo, días del #Quédate En Casa. Tiempo de Primavera, donde los poetas la bendicen porque llega un buen tiempo, el del calor, de las aves volando y cantando, las canoras, avecillas que, por cantarte, dan sus trinos si te ven, diría la canción, y tenía razón el gran Pablo Neruda, cuando escribió: “Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera”. Pues este Covid19 la detuvo, esta no es una primavera cualquiera, cito a Kalil Gibran. “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.”.
LA TRISTE PRIMAVERA
Hoy la primavera nos llega con desilusión, no como llegaba normalmente a disfrutar los días vacacionales y salir con la familia a una playa o a dónde se pudiera. Por la mañana encuentro a Manuel Pavón y a Raúl, que atienden las mesas en el orizabeño hotel Orbe hace más de veintipico de años, y les han notificado que solo trabajarán de 8 a 4 de la tarde, y las propinas se esfumarán, pues ellos suelen vivir de las propinas, aparte del sueldo. Por doquier uno escucha que había tanta gente llegando y ahora llega muy poca. La hotelería entra en crisis, apenas no hace mucho este Pueblo Mágico presumía de casi llenos totales en sus hoteles y restaurantes, por eventos programados nacionales, hoy vemos esos días con nostalgia. Habrá restaurantes que cierren y comienzan a circular en las redes una serie de ellos con nombre y teléfono, porque atenderán en el servicio a domicilio. Y también, al momento de escribir estas líneas, me llega la foto de una mujer luchona y trabajadora, sus gafas a la cabeza, su lindo collar al cuello y una camiseta con el nombre orgullosa de su casa editora, con un café de La Parroquia en mano, tiene apilados los diarios para llevarlo a los pedidos domiciliarios y a su clientela, esa gente seguirá trabajando para llevar el pan de cada día y la noticia a los hogares. Son los y las mexicanas que con esfuerzo viven y viven y sobreviven en esta crisis. Al sector comercio le va a pegar, uno reza y pide que los patrones no hagan limpia ni recorte de personal, que aguanten lo más que puedan, aun a costa de sus utilidades, para que la gente no pierda su trabajo, y si no alcanza para darles todo el salario, por si los quieren reducir a medio tiempo, hagan un sacrificio de sus utilidades y no los dejen desamparados. Es la hora de demostrar de qué estamos hechos, es la hora de solidarizarnos con quienes menos tienen. México es un país grande en eso, lo hemos vivido, y Veracruz también lo es, aunque sus autoridades no estén a la altura de su pueblo, y en los hospitales del sector Salud falte todo.
www.gilbertohaazdiez.com
|
|