AUNQUE la Secretaría de Salud, ha venido informando oportunamente sobre el número de contagios y decesos por causas relacionadas con la pandemia, las cifras no parecen convencer a la mayoría de mexicanos, que saben las condiciones en que se encuentra el país en esta materia. Para las autoridades responsables del combate a esta enfermedad, el número de fallecimientos va llegando a los trescientos mil, mientras que otros datos aseguran que la cifra ha sido superada en virtud de que no hay registros confiables sobre esta situación. De cualquier manera, el panorama es triste y desolador, porque muchos mexicanos han tenido que sucumbir ante esta calamidad y miles de familias han quedado, prácticamente, en el desamparo, luego de que han perdido a cercanos familiares y en muchos de sus casos, donde el principal proveedor de la casa también ha muerto. Este es un problema en el que gobierno y sociedad, no han reparado, o cuando menos hasta este momento no se sabe de las acciones que se estén considerando para poder enfrentar este reto presente y que posteriormente, es posible, se convierta en uno de los principales asuntos que tenga que atender directamente la administración federal, estatal y municipal.
El acumulado de fallecimientos nos indica que muchas familias están quedándose en el desamparo, situación que convertirá en un serio problema social que vendrá después de que las vacunas o cualquier otro medicamento detenga esta pandemia y se pueda volver a la normalidad. Por ahora, este es un pendiente, se insiste, tanto de las tres esferas de gobierno, como de la misma sociedad, que tarde o temprano, serán llamados a participar en esta otra recuperación, que ya no será exactamente de salud, sino de una condición solidaria con quienes están sufriendo las consecuencias de este virus que ha diezmado, tanto a México, como todos los demás países del mundo, los que, igualmente, tendrán que tomar en cuenta las consecuencias sociales del paso de esta trágica pandemia.
Por lo pronto, los informes diarios del número de fallecimientos nos indican que la mata sigue dando, es decir, que el país sigue perdiendo a cientos de ciudadanos, tanto jóvenes como niños y de la tercera edad, que al contagiarse no logran sobrevivir a la fuerza devastadora de esta enfermedad, por lo que, tal y como sugiera la Organización de las Naciones Unidas, es mejor continuar con todas las medidas de seguridad, puesto que esta pandemia, según estudios internacionales, no desaparecerá por completo, sino que solamente cesará en su intensidad, pero habrá de quedarse permanentemente en el mundo, esperando, quizá, las condiciones que requiere para volver a atacar.
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SOLAMENTE, LOS RECUERDOS.
ESTAS SON FECHAS especiales en que la mayoría de mexicanos, recuerdan a sus muertos, aunque todo el tiempo, quienes nos han antecedido en este viaje, forman parte, muy seguido, de nuestros pensamientos. El mundo, por ejemplo, no se olvida
de cada uno de los seres humanos que la pandemia, se ha llevado, haciendo reflexionar a muchos sobre nuestra existencia y lo vulnerables que seguimos siendo ante la muerte, a pesar de los grandes avances tecnológicos que se han logrado en los recientes tiempos.
El culto a los muertos, sobre todo, en estas fechas, ya forma parte esencial de la cultura mexicana, y de otros pueblos de la tierra. El respeto por ellos se manifiesta en estos días de Todos los Santos, dedicados, especialmente, a su recuerdo.
Y aunque solamente sea el recuerdo, éste se hace con respeto y devoción, evocando los momentos en que la misma vida nos permitió convivir con quienes ya no están físicamente vivos.
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LOS QUE DEBIERON RENUNCIAR.
CUANDO ESTÁ POR terminar el mandato municipal del alcalde de Xalapa, Pedro Hipólito Rodríguez Herrero, no hay manera, no la hay, de poder realizar siquiera una pequeña evaluación de su trabajo.
Quienes le acompañaron en estos cuatro desperdiciados años en el ejercicio constitucional del poder municipal, debieron, por dignidad, renunciar a sus puestos, en tiempo y forma. Hoy, ya no hay manera de echar atrás el tiempo, pues todo ha pasado y los habitantes de esta ciudad capital, seguramente estarán experimentando, el error en que cayeron, apurados, se dice, por una necesidad de cambio, al haber elegido, sin detenimiento ni análisis alguno, a un personaje que no tenía, ni siquiera la plena voluntad de hacer su más pequeño esfuerzo por hacer bien su trabajo.
Y es que, en algo influye, ser jalapeño, o cuando menos haber tenido una residencia efectiva en esta ciudad, haber crecido en sus calles y haber adquirido el amor por esta tierra. Lo bueno de todo esto, es que ya termina, en sesenta días, aproximadamente, la pesadilla municipal que ha tocado vivir a miles de habitantes de esta ciudad, quienes aún equivocados, no pierden la esperanza de seguir adelante.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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