Sujetos al escrutinio nacional, los políticos y la política de Tabasco son de llamar la atención.
Lo hicieron en el pasado no tan glorioso que tuvieron sus recientes gobernantes.
Unos sumidos en el descrédito, otros grandilocuentes que alcanzaron mayor dimensión, aunque no por sus logros y pocos lo hicieron por el reconocimiento de sus gobernados
Desde tiempos remotos, Tabasco se distinguió por ser gobernada por personajes que alcanzaron dimensión nacional, aunque también fue refugio de políticos mediocres que recibieron como recompensa el gobierno del estado.
Un par de personajes son reconocidos, hasta la fecha, como las autoridades que hicieron algo por la entidad que administraron.
Tomás Garrido Canabal y Carlos A. Madrazo, con sus pros y contras continúan causando admiración y reconocimiento en lo que en algún tiempo fue considerado un Edén.
Ambos catalogados como torbellinos ejercieron el poder creando progreso y poniendo a Tabasco en el concierto nacional, aunque después de eso fueron fuertemente criticados, más el primero que el segundo por la persecución religiosa durante su administración.
Madrazo “El ciclón del sureste” intentó democratizar al PRI y fue frenado en su intento y hasta el momento se desconoce si su muerte fue accidental o parte de un atentado exitoso.
El petróleo convirtió al estado en un bocado delicioso gobernado por sucesivos gobiernos emanados del PRI, partido en el que iniciaron sus carreras todos los gobernadores, excepto el actual.
La oposición siempre fue una ilusión pasajera, hasta que en 1988 surge la figura de un personaje hasta entonces desconocido que había renunciado al PRI y se lanzaba en una labor titánica de derrotar al invencible partido tricolor.
Místico y desconfiado tardó varios lustros en derrocar al partido en que inició, aunque en lo personal nunca pudo vencer la férrea unidad priista en el estado en que nació.
Para Andrés Manuel López Obrador resultó más fácil convencer al electorado de la capital del país y al nacional que a los tabasqueños.
Fue dos veces vencido en las urnas, por Salvador Neme Castillo y Roberto Madrazo Pintado, lo que le permitió desplazarse hacia el Distrito Federal y relanzar su carrera política.
En el inter, Salvador Neme fue obligado a renunciar y llegó la mediocridad al estado con la figura de Manuel Gurría Ordóñez, quien cobijó a pequeños personajes que hoy se encuentran en el ojo del huracán aunque no por sus logros, sino por los señalamientos que se les hacen.
A la sombra del mediocre Gurría surgieron las figuras de Adán Augusto López un joven que a pesar de su inexperiencia fue nombrado subsecretario de Gobierno y otros de menor jerarquía que hoy forman parte del escándalo nacional y amenazan con vulnerar el proyecto que tardaron 30 años en concretar.
Vinculado por su relación de amistad con Humberto Bermúdez Requena, Adán Augusto honró a esa amistad designándolo secretario de Seguridad de su gobierno estatal y dejando que él y otro de sus aliados de aquellas fechas, el hoy diputado Jaime Lastra Bastar, se encargarán de las cuestiones de seguridad y justicia en la entidad.
Hoy, las consecuencias se encuentran a la vista de todos, se destapa la corrupción y colusión de las autoridades con la delincuencia y el funcionario en cuestión trata de cubrirse aduciendo que no sabía nada.
Y resulta que aquellos que celebraron la caída de Salvador Neme, se mofaron con las travesuras de Roberto Madrazo en una competencia atlética, que festinaron la detención de Andrés Granier tratan de justificar todas las tropelías cometidas por la delincuencia en el estado que gobernó una de sus actuales figuras públicas, que se aferra al poder, el todavía coordinador de los senadores de MORENA.
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Ramón Zurita Sahagún
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