Insiste Sheinbaum que España pida perdón por atrocidades el pasado, pero soslaya hacer lo propio por los miles de asesinatos y desaparecidos en su Gobierno
MEMORANDUM 3.- No quita el dedo del renglón la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en insistir en la obligación de los gobiernos de ofrecer perdón “por las atrocidades” del pasado, esto al encabezar la ceremonia de los 700 años de la fundación mítica de México-Tenochtitlan, pero soslaya que no es necesario irse muy atrás: AMLO debería pedir perdón por las atrocidades cometidas en su Gobierno, mientras que su administración debería hacer lo propio por los casi 8 mil desaparecidos y un promedio de 21 asesinatos diariamente. En ese sentido, en lo que puede ser considerada una nueva alusión al Estado español, aunque sin mencionarlo de manera explícita, la mandataria afirmó: “Los gobiernos que tienen valor de pedir perdón por las atrocidades del pasado que marcaron su historia no se debilitan: se reconcilian consigo mismos y crecen con una libertad que sólo otorga la verdad profunda”. Al respecto, agregó que la Cuarta Transformación “no sólo es un proyecto económico o político; es sobre todo un proyecto de dignidad. Un proyecto que reconoce que no puede haber justicia verdadera si no empezamos por saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas”. Entre aplausos de los cientos de invitados dispuestos en las gradas ubicadas en torno de la plancha del Zócalo, aseguró que “no puede haber democracia si se excluye la voz de quienes llevan siglos resistiendo”, ni puede haber identidad nacional “sin reconocer ni dar su lugar al profundo y orgulloso rostro indígena de México, su esencia y su grandeza cultural”. En su mensaje, Sheinbaum Pardo también se refirió al flagelo de la discriminación como uno de los legados de la conquista española e instó a entender que erradicarlo “no es una opción: es una necesidad y una obligación para construir una sociedad justa, incluyente y digna para todas y todos”. Recordó que los invasores sostenían que ser indígena era sinónimo de atraso, ignorancia y barbarie. “Esa fue quizá la herida más profunda, una herida que estamos obligados, como mexicanas y mexicanos, a curar y a garantizar que se cure; porque fue alimentada por demasiado tiempo de discriminación. Por eso reivindicamos el hoy, que es el comienzo de esa cura con la Cuarta Transformación de la vida pública”. De acuerdo con la mandataria, la estructura colonial no desapareció con la Independencia, sino que persistió en las formas de poder, en el racismo, en la exclusión de los pueblos originarios, en la marginación que aún hoy viven millones de mexicanas y mexicanos. “Se reveló en diferentes momentos de la historia, en especial durante la Revolución Mexicana, pero prevaleció después por muchos años, en especial durante todo el periodo neoliberal”. Sin embargo, resaltó la Presidenta, el legado de Tenochtitlan no fue vencido: “vive en la resistencia silenciosa de los pueblos, en la lengua náhuatl que aún se habla, en el maíz que se sigue sembrando, en la medicina tradicional, en los rituales, en los nombres de nuestros cerros, nuestros ríos, nuestras calles, nuestros pueblos; en el nombre de nuestra patria: México”. A decir de Sheinbaum Pardo, reconocer a Tenochtitlan “no es hablar de un pasado muerto”, sino de un pulso vivo que navega con nuestra ciudad capital, pero también en nuestras palabras, nuestra comida, nuestras costumbres “y, sobre todo, nuestra grandeza cultural y nuestra identidad”. Asegura que la antigua capital mexica fue mucho más que una ciudad majestuosa, al tratarse de un símbolo de organización, de poder, de ciencia, de arte y de visión: “Fue el centro de un mundo indígena que supo construir un modelo de civilización propio, en armonía con la tierra, con los astros, con sus dioses y diosas”. Denominada México-Tenochtitlán: Siete siglos del Legado de Grandeza, la ceremonia incluyó la develación de un memorial alusivo de la efeméride en el ángulo norte de la Plaza de la Constitución, en la esquina de Palacio Nacional con la calle de Moneda. Su parte central está coronado por la reproducción del Teocalli de la guerra sagrada, monolito de origen prehispánico en cuyo dorsal aparece en relieve la imagen del águila sobre un nopal devorando una serpiente, señal dada a los mexicas por sus deidades para fundar allí su ciudad. Tras los discursos oficiales, uno de ellos a cargo de la jefa de gobierno, Clara Brugada, se efectuó una representación escénica en la que más de 800 elementos del Ejército y las Fuerzas Armadas recrearon la fundación de Tenochtitlán, desde la salida de los mexicas de Aztlán y el largo peregrinaje que realizaron hasta encontrar la señal dada por su dios Huitzilopochtli.