*Por Francisco Berlín Valenzuela
Los electores de los legisladores integrantes de
las Cámaras de Diputados y Senadores, del Congreso de la Unión y de una entidad federativa (Chiapas), contemplaron con disgusto el comportamiento y la actitud bochornosa de quienes, en vez de resolver sus diferencias con sólidos argumentos en la tribuna, optaron por liarse a golpes y manotazos, gritos y recordatorios de progenitoras, la semana pasada, provocando serias censuras y críticas por el inadecuado proceder, de quienes debían conducirse con apego a las normas de urbanidad y decencia, propias de representantes populares.
Para quienes como el autor de estas reflexiones, ha dedicado gran parte de su vida, a investigar y enseñar las excelencias del Derecho Electoral y Parlamentario, difundiendo el conocimiento de las temáticas que las integran, en libros y conferencias, observan tal proceder, como una actitud antiparlamentaria, negadora del importante papel que deben tener quienes forman parte de estos altos cuerpos políticos, que no debían olvidar nunca, que su actuación como servidores de la nación, no es de carácter personal, ya que tiene que obedecer a la voluntad y respeto a sus electores que los votaron en las urnas para que los representaran con dignidad y decoro.
Cómo es posible entonces, que en una sesión pública de la cámara de senadores, algunos dirigentes del partido mayoritario, hayan actuado sin moderación y cordura, sin reflexionar que la alta representatividad que ostentan, les impedía trasladarse a las curules de los senadores de otro partido de oposición, a reclamarles, en una actitud retadora y bochornosa, las expresiones manifestadas en la tribuna, al criticar el actuar de integrantes de su bancada, que según dijeron iban en contra del proceder ético de verdaderos parlamentarios, originando dimes y diretes, gritos y palabras altisonantes, que hicieron sentir vergüenza a sus compañeros que veían impávidos esta inusual y extraña forma de resolver sus diferencias políticas.
Como era de esperarse, a las pocos horas surgieron imitadores en el Congreso de Chiapas, donde uno de sus miembros atacó a golpes a un compañero de curul por motivos personales y políticos.
Nuestra preocupación manifestada en textos sobre Derecho Parlamentario y Derecho Electoral, así como en la cátedras sobre estas disciplinas, que tuve la oportunidad de introducir y enseñar en la Facultad de Derecho de la UNAM, fue motivada por el deseo de evitar estas actitudes que, por desconocimiento de estas materias, llegarán a provocar vicios y procederes que fueran atentatorias del importante papel que los órganos legislativos y electorales, deben desempeñar en una verdadera democracia.
Por estas razones, durante muchos años insistimos que la sociedad mexicana en sus instituciones educativas y los partidos políticos debían de preparar convenientemente a sus miembros, para que cuando llegaran a las cámaras legislativas, pudieran comportarse con responsabilidad, dignidad y sentido ético en el ejercicio de sus cargos.
Desafortunadamente hemos visto a lo largo de los años, que son los intereses creados de funcionarios públicos y dirigentes de los partidos políticos, quienes deciden que personas deben presentar sus candidaturas en los procesos electorales, sin importarles su preparación y capacidad para el desempeño de tan trascendentales cargos políticos, reservándole a los ciudadanos electores, solamente la triste facultad de votarlos, pero no de elegirlos.
Esto explica la mediocridad y falta de capacidad, de muchos de los integrantes del parlamento mexicano, de la que hacen gala cada vez que suben a la tribuna o exponen sus puntos de vista a los medios de comunicación, donde evidencian el desconocimiento de los temas, sus limitaciones y la falta de cualidades oratoria en los debates, ya que sólo se preocupan por cumplir con las consignas que les son ordenadas por sus líderes, al votar las iniciativas y proyectos que se les presentan.
Es de esperarse que estas actitudes parlamentarias de nuestros “legisladores”, no vuelvan a repetirse y que exista una verdadera preocupación por devolverle a nuestros representantes populares, el prestigio que hace mucho tiempo perdieron, por la falta de una verdadera conciencia sobre el importante rol que la sociedad política les ha otorgado.
*Doctor en Derecho, ex catedrático universitario, ex Diputado Federal, autor de libros sobre Derecho Parlamentario y Electoral. |
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