Jesús J. Castañeda Nevárez – jjcastaneda55@gmail.com
Es una expresión coloquial que tiene un significado metafórico con el que se advierte a otra persona sobre la posible presencia de alguien que podría escuchar la conversación, o que el entorno no es seguro para una conversación privada, aludiendo a la posición privilegiada que tendría un ave parada precisamente en un cable de luz arriba de sus cabezas y su vigencia radica en que, como los pájaros del alambre, los riesgos modernos suelen camuflarse en lo habitual o en leyes cuyos objetivos parecen los correctos, hasta que se descubre que no, pero ya es demasiado tarde.
La reciente aprobación de la Ley de Telecomunicaciones en el Senado de México ha encendido todas las alarmas, y con justa razón. Lo que se presenta como una modernización o un ajuste normativo, se perfila en realidad como un instrumento para establecer un control gubernamental sin precedentes sobre la vida digital de los ciudadanos. Lejos de ser un avance, este proyecto de ley parece un retroceso alarmante hacia un Estado de vigilancia, con consecuencias que podrían socavar las libertades individuales y la propia esencia de nuestra democracia.
Lamentablemente este tipo de medidas de vigilancia sin orden judicial y de registro masivo de usuarios es característico de regímenes autoritarios o países con democracias muy debilitadas donde el Estado busca ejercer un control férreo sobre sus ciudadanos, tal como sucede en China, Irán, Rusia, Corea del Norte.
La Ley de Telecomunicaciones de México, nos acerca peligrosamente a modelos de vigilancia propios de estos países, muy alejados de los estándares de respeto a los derechos humanos y la privacidad que se esperan de una democracia.
Y para no ir tan lejos, consideremos la situación en Cuba, Venezuela y Nicaragua que es sumamente relevante para entender la magnitud de la preocupación. Estos tres países, a menudo calificados como autoritarios o con graves déficits democráticos, han implementado modelos de control gubernamental sobre las telecomunicaciones y el acceso a la información que vulneran sistemáticamente los derechos digitales y la libertad de expresión de sus ciudadanos.
Queda claro que la dirección que toma la Ley de Telecomunicaciones en México, con sus disposiciones de vigilancia y control sin contrapesos judiciales, establece un paralelismo inquietante con las herramientas y prácticas que caracterizan a los regímenes que han restringido severamente las libertades de sus ciudadanos en América Latina y el mundo.
Hoy tristemente una gran mayoría está adormecida bajo el encantamiento de algún programa social y lo que pueda suceder no les importa. Otros, aletargados por el adoctrinamiento aplauden emocionados sin cuestionar ni una letra de las nuevas disposiciones.
Los demás, preocupados observan los buitres en el alambre, conscientes de que su silencio de hoy puede salvarles la vida, pero, condenar con ello a la esclavitud a las siguientes generaciones. Porka Miseria. |
|