De Veracruz al mundo
Son mujeres víctimas de violencia que marchan para dar rostro a los números en Edomex.
Durante casi una hora, la procesión recorrió calles flanqueadas por casas, puestos de tacos, carnicerías y salones de belleza, reclamando justicia para mujeres como Briseida.
Domingo 24 de Noviembre de 2019
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.- Cuatro mujeres caminaban descalzas sobre el asfalto caliente, envueltas en harapos de organdí rosa y amarillo, los colores favoritos de una mujer asesinada en México.

Era una ceremonia en honor de Briseida Carreño, una joven asesinada hace un año en Ecatepec, un suburbio de Ciudad de México que tiene el dudoso honor de liderar al país en materia de feminicidios. Diez mujeres por día, en promedio, son asesinadas en México, uno de los países más peligrosos del mundo para ser mujer. La amenaza de la violencia se ve agravada por la falta de consecuencias para los asesinos: menos de uno de cada 10 homicidios en México termina con una condena.

“Podríamos hacer un acto así diario, tanta violencia que hay”, dijo Manuel Amador, coordinador de la Red de Denuncia de Feminicidios en el Estado de México, donde se encuentra Ecatepec.

Ante semejante realidad y la impotencia de las autoridades, Amador ha organizado más de 60 marchas por las víctimas en el estado de México en los últimos ocho años. La idea es ponerle rostros a los números y llamar a los vecinos a la acción.

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México emitió una alerta de género esta semana, con lo cual 20 de las 31 entidades del país han declarado emergencias debido a los feminicidios. La declaración fue en gran medida en respuesta a las protestas recientes en la capital luego de denuncias de violaciones presuntamente cometidas por agentes de policía. En una protesta en que primaba la furia, los manifestantes pintarrajearon uno de los principales monumentos de la ciudad, el Ángel de la Independencia. Otras manifestaciones más pacíficas se han sucedido casi semanalmente.

Se prevén varias marchas el lunes en el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

El sábado, varias mujeres fabricaban guirnaldas de flores y desgarraban organdí para la procesión en memoria de Briseida Carreño. Las flores representaban la esperanza y la sanación, los harapos las vidas destruidas de las víctimas y sus familias. Amador colocó en sus brazos cuerda ennegrecida para representar opresión de las mujeres por la misoginia.

Varias participantes de las procesiones en Ecatepec han sido víctimas de la violencia o han perdido a seres queridos.

La prima de 14 años de Diana Ceballos fue violada y apuñalada en 2014 por un ex novio de su madre. Confesó el crimen a la madre mediante un mensaje de texto. Sin embargo, pasaron tres años antes de que fuera condenado a prisión. El asesino asistía al juicio acompañado por gente que lo apoyaba y dirigía sonrisas siniestras a la familia de la víctima.

“Es sorprendente cómo la justicia no se puede nombrar”, dijo Ceballos, quien comprendió la importancia de abogar por las víctimas y se convirtió en activista.

Durante casi una hora, la procesión recorrió calles flanqueadas por casas, puestos de tacos, carnicerías y salones de belleza, reclamando justicia para mujeres como Briseida.

La procesión se detuvo en la cuadra donde vivía Briseida. Allí, Ceballos y otras tres mujeres danzaron a la música melancólica de un violín y finalmente se despojaron de las sogas y los harapos. “Soy Briseida, y estoy aquí para exigir justicia”, clamaron al unísono.

Ceballos presentó a la madre de Briseida un ramo de rosas rojas y dijo, “Mama, hiciste bien”. La madre trataba de contener las lágrimas. Otras dos madres de mujeres asesinadas la abrazaron y las mujeres lloraron juntas mientras sonaba una banda de alientos.

La madre de Briseida alzó los ojos al cielo: “Hija, donde quiera que estés, te quiero”.

Fue una experiencia purificadora, dijo la hija mayor María José Carreño, quien dijo que no pudo llorar en medio del caos que siguió al asesinato.

María José tuvo que identificar el cuerpo, y pudo hacerlo debido a un tatuaje en el antebrazo. Habían quemado el cuerpo antes de arrojarlo a la calle.

Briseida Carreño fue vista por última vez con vida en compañía del hombre con quien salía desde hacía tres meses.

Al principio el novio se portaba como un caballero. Era amable y hablaba de vivir juntos, con los dos hijos de Briseida. Pero las hermanas empezaron a observar cambios en su personalidad. En lugar de su ropa habitual ajustada y de hombros al descubierto, empezó a vestir como una abuela. Dicen que el novio era muy celoso, la vigilaba constantemente y no le permitía salir de la casa sin él. Parecían reñir constantemente.

La familia está convencida de que el asesino de Briseida es el novio, quien está preso a la espera del juicio.

“Se fue como toda persona a querer divertir con la persona que según ella la amaba. Pero no imaginamos que él iba ser quien iba troncar su vida”, dijo María José. “Ella se enamoró de la persona equivocada”.

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