De Veracruz al mundo
Jóvenes e indígenas expresan su hartazgo a los políticos en la COP25.
Después de 25 años escuchar promesas incumplidas y propuestas huecas de contenido, los jóvenes y los pueblos indígenas alzaron la voz en la Cumbre del Clima en Madrid (COP25) para expresar su hartazgo y su rabia ante la inacción de los gobiernos y de las principales economías del mundo ante la degradación del planeta por el cambio climático. Lo hicieron por separado, pero el mensaje era el mismo: seguirán presionando en las calles, defendiendo sus territorios, sus ríos, sus océanos y sus bosques aunque en ellos les vaya la vida. Y no cejarán hasta que “en lugar de oírnos, finalmente nos escuchen de una vez”.
Miércoles 04 de Diciembre de 2019
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Foto: AFP.
.- Después de 25 años escuchar promesas incumplidas y propuestas huecas de contenido, los jóvenes y los pueblos indígenas alzaron la voz en la Cumbre del Clima en Madrid (COP25) para expresar su hartazgo y su rabia ante la inacción de los gobiernos y de las principales economías del mundo ante la degradación del planeta por el cambio climático. Lo hicieron por separado, pero el mensaje era el mismo: seguirán presionando en las calles, defendiendo sus territorios, sus ríos, sus océanos y sus bosques aunque en ellos les vaya la vida. Y no cejarán hasta que “en lugar de oírnos, finalmente nos escuchen de una vez”.

En el enorme espacio en el que se desarrolla la COP25 -cien metros cuadrados- acuden a encuentros, conferencias, debates o seminarios miles de personas. Los hay simples observadores, científicos, participantes, activistas, líderes territoriales o indígenas y, por supuesto, los miembros de las delegaciones de los 196 países. Estos últimos son la parte oficial del encuentro, la mayoría de ellos mantienen reuniones discretas y todos ellos están negociando prácticamente en secreto las conclusiones finales de la Cumbre, en las que fijarán su grado de compromiso con el mensaje lanzado estos días.

En el mismo espacio conviven la parte oficial, la de los gobiernos, con los miembros más activos de la sociedad civil. Una de las voces más beligerantes y combativas de los últimos años es la de la organización juvenil Friday for Future (Juventud por el clima), que envió a una nutrida representación de activistas de los cinco continentes para insistir en que el planeta agoniza y con él su propio futuro como generación. La activista sueca Greta Thunberg es la cara más visible de esta plataforma ciudadana, si bien hay miles de jóvenes regados por el mundo con el mismo mensaje.

Joel Peña es un joven mapuche de tan sólo 17 años. Acudió a Madrid para exponer no sólo lo que padece su generación por la incertidumbre de su futuro, sino también para expresar el malestar de las comunidades indígenas como a la que él mismo pertenece -una de las más perseguidas y masacradas del continente- y para lanzar una alerta mundial sobre el gravísimo deterioro de los derechos humanos en Chile, con el gobierno de Sebastián Peñera. “Estamos alzando la voz de las comunidades indígenas porque lo que está pasando en Chile es un síntoma de una problema global. Es una consecuencia de un sistema económico criminal que viola sistemáticamente los derechos humanos y todos los días arrasa con pueblos y recursos naturales”.

El joven mapuche explicó a La Jornada que el movimiento global al que pertenece se moviliza en todo el mundo porque tienen un objetivo común: evitar que el planeta perezca ante la destrucción sistemática de la mano del hombre. Pero pone especial énfasis en lo que ocurre en América Latina: “En México, en Brasil, en Honduras, en Colombia y en tantos otros sitios se está persiguiendo y matando a los defensores de la tierra, a los que luchamos por el respeto a los derechos humanos,entre otros motivos porque los gobiernos no sólo ignoran la alarma climática sino que más bien forman parte de ese mismo sistema criminal”, explicó.

El joven Torbin viene de Australia y se unió el reclamo contra los gobierno. “Australia está ardiendo y eso es el cambio climático, la destrucción de nuestra tierra. Por eso queremos no sólo que nos oigan sino que nos escuchen de una vez”. Leah, de Canadá, expresó su hartazgo ante “las mentiras, los engaños y las promesas huecas de los últimos 25 años (desde que se celebran este tipo de Cumbres). Y encima el mundo occidental se enorgullece de una supuesta historia de éxito. Pero me pregunto dónde está ese éxito: ¿En el imperialismo criminal? ¿en la dominación y en la explotación de los pueblos indígenas de los últimos 500 años? ¿en la muerte de nuestras tierras?”

Haluka, de Nigeria, añadió que su continente, África, es el que más está sufriendo los efectos del cambio climático y “por eso no vamos a parar de movilizarnos, de exigir en las calles a los gobernantes para que actúen de una vez”.

El Amazonas agoniza

Al clamor de los jóvenes se sumaron con la misma intensidad los pueblos indígenas, entre ellos los que forman parte de la Cuenca Amazónica, uno de los enclaves más amenazados por la depredación del hombre, pero también por las políticas criminales que están impulsando gobiernos como el de Jair Bolsonaro en Brasil. Robinson López, coordinador del cambio climático y biodiversidad de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) explicó que la región está en grave riesgo, no sólo por la proliferación de incendios, sino también por la “militarización, explotación y por los desplazamientos forzados por la implementación de megaproyectos que destruyen el territorio de culturas enteras”. Se calcula que en los últimos años se han perdido 2,5 millones de hectáreas del Amazonas por el fuego, además de la pérdida del 17 por ciento del bosque amazónico, la contaminación de los ríos por mercurio y la persecución sin tregua contra los líderes territoriales.

Y lo peor -advirtieron los representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía- “es que cuando venimos a foros como este, a todas esas cumbres que se han hecho en los últimos tiempo, nosotros nos sentimos como invitados de palo. Nadie nos escucha, cuando necesitamos más que nunca ser partícipes de las soluciones”.

En el marco de la Cumbre, la organización ecologista Greenpeace presentó un informe en el que confirmó el gravísimo impacto del cambio climático en el estado de los océanos. El informe revela que el colapso del mar, debido al uso de combustibles fósiles, se está produciendo a una velocidad vertiginosa y a gran escala, ya que altera la estructura y las funciones de los ecosistemas y provoca el calentamiento del agua, el aumento del nivel del mar y la acidificación y desoxigenación del océano. La vida de entre 100 y 300 millones de personas podría verse amenazada si la crisis de los océanos continúa a este ritmo.

“Los impactos más visibles del cambio climático comienzan y terminan en el mar: la subida del nivel del mar por el deshielo de los glaciares o las olas de calor marinas están provocando cambios en los ecosistemas costeros, un círculo vicioso que está causando profundas alteraciones”, explicó Pilar Marcos, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace: “El cambio climático y la reducción de la biodiversidad marina no pueden abordarse por separado; sin embargo, aún no existen planes multilaterales ni instituciones globales con el poder necesario para gestionar conjuntamente estas crisis gemelas”.

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