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Foto:
Pixabay
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Ciudad de México.- Fernando iba para su trabajo el martes por la mañana a bordo de un camión del transporte público de pasajeros. Se dirigía a la Secundaria 83 en San Mateo Atenco cuando las balas de un asaltante cegaron su vida. Hoy su memoria fue honrada y despedida por familiares y amigos.
La capilla ardiente donde estuvieron los restos mortales del joven de 27 años se llenó de flores blancas de todos tamaños. Pasado el mediodía se alistaron para llevarlo a su última morada.
Los compañeros y amigos de la tuna, otra de sus pasiones, con lágrimas le brindaron aplausos, así como "Las cintas de mi capa" y "Clavelitos", al tiempo que dejaron caer las capas de su uniforme para que pasara el cortejo fúnebre, un ritual que solo se hace en tres ocasiones en la vida de un tuno: cuando se beca, cuando se casa y cuando fallece.
Fernando también fue despedido por sus pequeños alumnos, compañeros y maestros en carta abierta a sus homicidas. En la misiva les dicen que cortaron la vida de un maestro excelente, que no regresará a su casa o al trabajo, que los deja consternados y en la que les advierten que eso lo pagarán en esta vida y con su familia. El plantel educativo colgó además un moño negro en señal de luto.
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