.- Un análisis realizado por el Centro de Investigación y Acción Social “Jesuitas por la Paz” en una decena de comunidades, el cual llevó tres años con el propósito de entender el fenómeno de la violencia, muestra que lo que más ha dañado a las comunidades son las prácticas asistencialistas y la mala implementación de los programas sociales de gobierno, porque atrofian la responsabilidad comunitaria. La gente pierde la capacidad de unirse, reflexionar y pensar qué es lo que se tiene que hacer, y en ese tenor, Jorge Atilano González titular del organismo concluye que el medio más eficaz para reconstruir el tejido social y alcanzar la paz es mediante procesos locales y no de pactos nacionales. El religioso jesuita citó que otro dato es que los problemas han venido junto con los partidos políticos, pues se alimentan y lucran de la desorganización ciudadana. “Al empezar a construir la red territorial, que es parte del programa, y ver que la gente se reúne, comienza a discutir sobre sus problemas, pone muy nerviosos a estos actores. Es una pista que hay que seguir. El asistencialismo funciona con comunidades desorganizadas, si predomina una práctica de este tipo, necesita de una comunidad desorganizada que se puede conformar con lo que le dan”. Enfatizó que el trabajo de Jesuitas por la Paz muestra que la violencia es sistémica y multicausal, por lo que requiere de acciones que tomen en cuenta diferentes factores y que tengan un impacto en el todo.
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