Instituto Nacional de Cardiología: entre obra inconclusa, carencias, saturación y exigencias de más presupuesto. | ||||||
Desde el sexenio pasado, las carencias en insumos han sido evidentes en el Instituto Nacional de Cardiología, agravándose en el último año y medio. Ante un posible recorte presupuestal para 2025, personal médico llama la atención sobre la crítica situación que vive su Instituto. | ||||||
Jueves 05 de Diciembre de 2024 | ||||||
Por: animalpolitico.com | ||||||
Personal de salud de la institución señala que las carencias en insumos son notorias desde el sexenio pasado, pero más marcadamente desde el último año y medio. Reclaman, frente al posible recorte presupuestal para 2025, que para sostener la gratuidad y el nivel de atención de un hospital de tercer nivel, haría falta una inyección importante de recursos. Adela, por ejemplo, llegó al área de urgencias del Instituto Nacional de Cardiología con su hijo en estado grave este martes cerca de las 6 de la tarde, desde su domicilio en el Estado de México casi en el límite con Morelos, solo para dar vueltas más de cuatro horas en toda la zona de hospitales, donde uno y otro instituto argumentaba que no podía recibirlo por falta de espacio. Finalmente, pasadas las 11 de la noche fue ingresado al Instituto Nacional de Cardiología. El miércoles por la mañana, Adela esperaba sentada en una banqueta afuera de la entrada de urgencias, mientras relataba que desde los 15 años, él ha requerido atención de alta especialidad, luego de una operación por una arteria tapada. Nunca han sido beneficiarios de otros servicios de salud ni tienen muchos recursos económicos, remarca ella. De hecho, para llegar a Cardiología este martes, sus hermanas cooperaron para pagarle un servicio de auto particular, luego de que no encontrara alguna ambulancia con chofer disponible para trasladar a su hijo, al que ahora cuida su nuera, mientras ella se dirige de regreso a casa por algunas de sus cosas. “Se me puso un poquito malo antier, porque se le hincharon sus manos y su cara, se hinchó, le quería pegar como la anemia. Entonces por eso me lo traje de urgencia, porque los doctores de allá ya no me lo quisieron atender porque dicen que como está malo del corazón, no le pueden dar mucho medicamento. ‘Es mejor que te lo lleves para allá a México”, le dijeron a Adela. Después de recorrer varios hospitales, tuvo que exigirle al policía que le permitiera el ingreso en Cardiología a su hijo, pues le estaba dando vómito, y temía lo peor. “Es que si no tiene uno un genio, no se los atienden. Le digo a mi nuera: ‘tú ponte las pilas aquí, porque si no te pones las pilas, dejas morir a tu esposo”, cuenta. Después de recibir dos bolsas de sangre, su hijo está un poco más estable. “Hay que pedirle a Dios que se reponga pronto porque esto es tardado, no hay que desesperarse, es con calma”, se resigna Adela. Adela necesitaría ayuda incluso para su pasaje, pero por ahora se conforma con que el hospital pueda seguir brindando servicios sin que se le recorte el presupuesto. “No tiene uno dinero, y a veces no consigue uno. No tiene uno recursos, y él ahorita no trabaja por lo mismo de qué está enfermo”, dice. En un servicio privado, según calculan los médicos, tan solo esta atención ascendería a por lo menos 300 mil pesos. A unos metros de la orilla de la banqueta donde está Adela, Edith permanece de pie junto a su papá de 90 años que acaba de salir en silla de ruedas del Instituto. Recuerda que en su caso, lo difícil fue lo tardado del trámite administrativo para la admisión de su papá, que tampoco cuenta con ningún otro servicio de seguro médico. Sin embargo, reconoce la atención que el hospital ha brindado largamente a sus enfermedades del corazón. “A mi papá lo empecé a traer desde el 2021, cuando él tenía un problema respiratorio y cardíaco; la atención desde esas fechas para los adultos mayores ha sido muy buena”, asegura. Sin embargo, alerta respecto a la situación que podría venir si se da un recorte presupuestal: “yo creo que no nada más este hospital; creo que en todos los hospitales hay que solicitar o votar para que se haga más completo todo y realmente no nos quiten el presupuesto para la Secretaría de Salud; hay que pedir más para que toda nuestra población, no nada más nuestros familiares, tengan la atención adecuada”, pide. En lo personal, subraya, no ha tenido problemas con la existencia del medicamento ni ha ocurrido que se lo nieguen. Sin embargo, al interior de las puertas del Instituto, lo que puede ser todavía imperceptible para muchos pacientes, representa una batalla diaria del personal de salud para lograr que los insumos, cada vez más limitados, sigan alcanzando para todos. “Antes había muchas cosas” A las afueras del Instituto Nacional de Cardiología, las opiniones del personal médico coinciden con la visión que su director, Jorge Gaspar Hernández, hizo pública el pasado 27 de noviembre, cuando de manera oficial expresó las carencias que vive la instalación. Parte de ellas se pueden ver de cerca al dar la vuelta desde la zona de urgencias, donde la obra para el anexo del Instituto está a medio terminar y adentro no se percibe a ningún trabajador dándole continuidad. Su carta, escribió Hernández, tenía la finalidad de dar a conocer la crítica situación que vive su Instituto. Como ejemplo, citó la dificultad de obtener dispositivos médicos, alimento adecuado y financiamiento para esa construcción. A unos pasos, una manta de aviso sigue advirtiendo sobre el cierre temporal de la entrada principal “para continuar las labores de construcción del nuevo anexo”. Por ello, todos los pacientes y familiares deben acceder por la entrada de urgencias, donde muchos esperan en un camellón que está cruzando la calle o en las banquetas que rodean la entrada. Arturo, cuyo nombre fue cambiado para preservar su anonimato, es médico en el Instituto y reclama que la gratuidad de la salud sólo puede mantenerse si hay un compromiso de una fuerte inversión de recursos, la cual no se ha dado desde el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador. “Ahorita el Instituto tiene carencias porque se han dado recortes. Desconozco la situación de la construcción, la situación de lo que ingresa al Instituto, pero en los insumos siempre ha habido algunas situaciones por el tema de las carencias –asegura–. Antes sí se tenían muchas cosas, había muchos programas, pero poco a poco han ido disminuyendo. Estoy de acuerdo en que haya gratuidad, pero que se inyecte más al sistema de salud”. A veces, admite, no se cuenta con todos los medicamentos y hay rezagos en lo que se vuelven a reabastecer. “A final de cuentas, se va trabajando; la calidad de la atención sigue siendo la misma, nada más los insumos que llegan a faltar, como en todas las instituciones”, lamenta. El médico reclama que se hayan destinado mayores recursos a megaproyectos, como el Tren Maya, e instituciones como la Guardia Nacional, pero se haya dejado de lado lo más básico, como la educación y la salud. Además, la función del Instituto de Cardiología le parece particularmente relevante porque las enfermedades del corazón se mantienen como la segunda causa de muerte a nivel nacional. “El comunicado que salió habla mucho, pero a final de cuentas eso ya se viene arrastrando de años atrás. Todavía hace algunos años estaba todo bien, pero desde el sexenio pasado, para mí en lo personal, todo cambió”, lamenta. Su compañero, Alejandro, especifica mucho más los detalles de la falta de insumos. La disminución o racionamiento en materiales, medicamentos y alimentos para los propios residentes ha sido mucho más marcada en el segundo semestre de este año, explica. “Por ejemplo, el medicamento, manejamos varios que son caros de por sí, pero el paciente lo necesitaba en turno, entonces por turno se llegaban a administrar hasta dos (dosis), y con los cambios, nada más por número de paciente o registro de paciente nos brindan uno al día, y son cosas que influyen en el trato al paciente. Son recortes que pegan mucho”, precisa. Por otro lado, explica respecto a la colación que el Instituto le da a los médicos de la tarde que antes se trataba de un agua, un yogur, un plato fuerte y una fruta, lo que ahora se limita solo al yogur y la fruta. Para quienes tenían que estar en el turno de toda la noche, además, se proporcionaban refrescos ricos en cafeína, mientras que ahora solo yogures ricos en azúcares. Para él, de tres meses a la fecha las reducciones han sido aún más marcadas, incluso de material en general, que hoy es más escaso, como la falta de catéteres. “Varios medicamentos, varias cosas que pedimos, yo estoy en urgencias y varias cosas que pedimos por receta, nos ponen ahí que no hay, o antes tienes que marcar antes a ver si hay”, comenta el residente, quien considera que es muy importante mantener el presupuesto y nivel del Instituto, dado que atiende a pacientes de todos los estados y con enfermedades muy críticas. “Su tratamiento no puede ser cortado simplemente porque no haya, tenemos que buscar por dónde conseguir el medicamento, o a veces hay que pedírselo hasta al familiar, que lo compre por fuera. Entonces la disminución sí impacta mucho en el Instituto, y si queremos seguir siendo un Instituto de Cardiología a nivel nacional, sí necesitamos ese material para poder seguir brindando ese trato”, concluye. Por: Marcela Nochebuena |
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