Asustados y solos: así se preparan albergues en Tijuana ante amenaza de deportaciones masivas con Trump. | ||||||
Albergues de migrantes en Tijuana enfrentan incertidumbre, pues aseguran que la ciudad no está preparada para recibir las cantidades tan grandes de mexicanos deportados de las que está hablando el presidente electo, Donald Trump. | ||||||
Domingo 19 de Enero de 2025 | ||||||
Por: animalpolitico.com | ||||||
Cuando José María García, director del albergue ‘Juventud 2000’, se refiere al ‘otro lado’, alza el brazo y apunta con dirección a la kilométrica y serpenteante barda fronteriza que se levanta, literal, a unos pocos pasos de este modesto refugio construido a base de láminas de hierro donde unas 90 personas aguardan una respuesta a su solicitud de refugio para cruzarse a ese ‘otro lado’, a Estados Unidos. O, al menos —matiza García—, no está preparada para recibir las cantidades tan grandes de mexicanos de las que está hablando el presidente electo, Donald Trump, que quiere deportar. Por eso aquí tenemos mucha preocupación e incertidumbre, y por eso los migrantes están asustados ante lo que puede suceder a partir del próximo día 20. Ese día, lunes, asumirá la presidencia de Estados Unidos el republicano Donald Trump, quien por segunda vez logró un triunfo electoral con la que ha sido su gran promesa de campaña desde que en 2017: frenar la migración indocumentada, a la que acusa abiertamente de “delincuentes”, y deportar de manera masiva a quienes ya estén en territorio norteamericano sin papeles, incluidos los más de 5 millones de mexicanos sin documentos que se calcula viven en suelo estadounidense. Así lo ha dicho y repetido en múltiples ocasiones Trump. Y así lo acaba de recalcar este viernes pasado en una entrevista con el canal Fox News el que será el futuro ‘zar’ de la frontera, Tom Homan, quien señaló que desde el próximo martes, tan solo horas después de que el republicano asuma el cargo en sustitución del demócrata Joe Biden, empezarán a detener y deportar migrantes a gran escala en la ciudad de Chicago y en otras partes de Estados Unidos. “Va a haber una gran redada en todo el país. Chicago es solo uno de los muchos lugares”, advirtió Homan. Ante las amenazas de deportaciones masivas, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su gobierno tomará diversas medidas, como el lanzamiento de un ‘botón de pánico’ para celulares que los mexicanos en Estados Unidos podrán activar en caso de una detención sin previo aviso al consulado, la cancillería mexicana, o a sus familiares. Mientras que la semana pasada, municipios fronterizos de Tamaulipas habilitaron refugios con capacidad para atender a 20 mil personas, y el gobierno municipal de Tijuana emitió una declaratoria de ‘emergencia’, al tiempo que el gobierno estatal anunció que habilitará otros cinco albergues en esta ciudad fronteriza y otros dos en Mexicali. Sin embargo, el director del albergue ‘Juventud 2000’, que se ubica en la zona norte de Tijuana, lamenta que más allá de estos anuncios no haya una coordinación de los tres niveles de gobierno con los refugios de la sociedad civil, que desde la llegada del pasado gobierno de López Obrador han visto cómo se les recortaron todas las ayudas para operar, y han tenido que hacerlo prácticamente solos. Nos estamos preparando como podemos —señala García— mientras observa la hilera de unas 50 tiendas de campaña que hay en el patio del pequeño albergue, donde familias de personas centroamericanas, principalmente, así como mexicanos que huyen de estados como Michoacán y Guerrero, comienzan a hacer una fila para recibir los alimentos de la cena. “Tenemos que improvisar porque ya no tenemos recursos económicos del gobierno federal para poder sostener las ayudas. Por eso nos tenemos que apoyar con organizaciones y grupos altruistas, que nos apoyan con alimentos, artículos de aseo, y otros productos para las necesidades básicas”. A continuación, García, un hombre menudo, rostro de tez morena y gesto afable, bonachón, explica que tras la declaratoria de emergencia de la ciudad mantuvieron el jueves pasado una reunión con el gobierno municipal de Tijuana y con autoridades de seguridad local y de atención al migrante, pero insiste en que no hay una coordinación con los otros dos niveles de gobierno, a pesar de la gravedad de las amenazas de comenzar a recibir en los próximos días deportaciones masivas de mexicanos, y puede que también de migrantes de otras nacionalidades. “Se necesitan muchos artículos de primera necesidad, como cobijas para el frío, aseo personal, colchonetas, comida, y que se activen medidas de seguridad para los albergues que recibamos a las personas deportadas”. Es muy importante —agrega García—, que el municipio le pida a la Federación que reactive el recurso público que había antes de que se cortara en 2019. Porque ahora los albergues tenemos que estar buscando de forma continua ese dinero para poder operar y para que no nos corten la luz, por ejemplo, o para tener gas y artículos básicos. Sin ese dinero, lo que tenemos que hacer ante una situación tan complicada como la que se viene con Trump es pasar la charola con la comunidad, para que nos ayude. “Esperamos que a Trump se le ablande el corazón” Uno de los habitantes del albergue es Juan, un michoacano de mediana edad que huyó de su pueblo por las amenazas del cártel Jalisco. Con ambos brazos cruzados sobre una playera de fayuca, el michoacano que cubre su rostro de tez morena y ojos negros con un cubrebocas explica que lleva varios meses viviendo en el albergue fronterizo. Aquí aguarda con esperanza a que, por fin, las autoridades estadounidenses le den cita para presentar ante un juez migratorio su solicitud de asilo en aquel país. “Aún tengo la esperanza de que me caiga la cita antes de que llegue Trump y pueda haber cambios en la CBP one“, comenta el hombre que hace referencia a la app para que las personas puedan solicitar asilo, la cual fue lanzada en el primer mandato de Trump y que, ahora ha amenazado con desaparecer cuando vuelva a la Casa Blanca. “Pero si no me cae la cita antes de que llegue Trump, yo igual voy a seguir intentando entrar”, dice convencido Juan, ante la mirada lejana de una mujer centroamericana que trata de meter una enorme maleta negra al interior de una minúscula tienda de campaña donde se refugia del intenso frío de la frontera tijuanense con el condado vecino de San Diego, Estados Unidos. “Yo al presidente Trump lo que le diría es que se toque el corazón con las personas de bien que queremos cruzar parar allá”, comenta el michoacano en una petición que ya se ha convertido casi un himno entre los migrantes que buscan acceder al país vecino. Que Trump “se toque el corazón”, repite la inmensa mayoría de los entrevistados. O que a Trump “se le ablande el corazón”. “Porque lo que queremos muchos mexicanos que estamos huyendo es tener una nueva vida allá sin miedo, sin que nuestras vidas corran peligro, sin que nos maten. No somos gente mala, somos gente de trabajo que viene huyendo de los peligros de México”, sentencia. Walter, de 43 años, es centroamericano, de Honduras. Él migra con sus hijos y también con su esposa, una mujer muy delgada y de ojos saltones que se encarga de reunir a todos los migrantes para que formen un círculo en mitad del patio del albergue y guarden silencio ante la oración y la plegaria previa a recibir los alimentos de la cena. “Señor, gracias por este albergue —dice la mujer—. Gracias por cada comida que nos brindan, por la atención, por las cobijas que nos abrigan en la noche. Señor, bendice a cada niño y a cada niña de este lugar, y cúbrenos a todos con tu manto. Amén”. Tras la oración que el resto de migrantes acompañó con la mirada clavada en el suelo, todo el mundo hace en silencio una fila en espera de una charola con frijoles calientes, tortillas y un guisado. “A nosotros nos salió la cita antes de que llegue Trump”, comenta animado Walter, que aunque lleva un cubrebocas se le adivina una sonrisa amplia en el rostro. “Así que tenemos fe de que sí nos van a dar el refugio. Mi familia y yo venimos huyendo de la violencia de las pandillas en Honduras. Yo allá era comerciante, pero no podía trabajar. Así que espero poder sacar adelante a mis hijos en Estados Unidos”. Cuando se le comenta al centroamericano que a partir de este 20 de enero, lo que se espera no es precisamente un gobierno estadounidense que recibirá con los brazos abiertos a la migración, el hombre de pelo ensortijado niega con la cabeza y levanta la mano, como si no quisiera escuchar más del tema. —El migrante, la gran mayoría, lo que quiere es ir a trabajar. Nada más. —Sí… pero si el gobierno de Trump no te da el refugio y te echa para atrás, ¿qué piensas hacer? –le cuestiona el periodista. Walter vuelve a negar con la cabeza. Ni siquiera contempla esa posibilidad, dice. “Si hemos llegado hasta acá con la ayuda de Dios, es por algo”, responde con tono firme el centroamericano. “Así que esperemos que a Trump se le ablande el corazón, no tengamos problema, y podamos empezar una nueva vida allá”. Por: Manu Ureste y Ernesto Eslava |
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