Por Héctor Raúl Rodríguez
Sin demeritar la importancia histórica, política y cultural de otras grandes ciudades del estado, como el puerto de Veracruz, Cuatro Veces Heroica; Córdoba, Ciudad de los Tratados que nos dieron la Independencia, u Orizaba, Pueblo Mágico y modelo de buen gobierno, Xalapa es y ha sido, además de la Atenas Veracruzana, una Ciudad Luz para Veracruz y el país, como en su momento lo fue París para Europa.
Nuestra bella ciudad ubicada en las faldas del Cofre de Perote, con su clima generalmente templado y sus bosques de niebla, de los que solo quedan algunos girones, ha sido la caja de resonancia política, académica y cultural de Veracruz.
En principio, la capital del estado no solo es la sede de los poderes públicos de la entidad, también de la Rectoría de la Universidad Veracruzana, Máxima Casa de estudios del Estado, y corazón comercial y de servicios de la zona metropolitana de esta región central del territorio veracruzano.
Xalapa es, además, sede del Arzobispado, piedra angular de la Iglesia Católica en las ocho diócesis de Veracruz.
Históricamente, habría que recordar que desde antes de la llegada de los españoles, Xalapa ya era un importante centro comercial, y gracias a su ubicación estratégica floreció durante los 300 años de la Colonia como paso entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México.
Por Xalapa - y Córdoba y Orizaba, en la ruta de las Altas Montañas - entonces únicas vías de comunicación entre la capital del Virreinato y el puerto de Veracruz -, no solo circulaban mercancías y personas, también las ideas y el pensamiento político del viejo continente.
Por todo ello, Xalapa ha sido y es una ciudad pensante, informada, crítica, donde se respira la política. Por eso vota libre y no se somete al poder estatal en turno.
Se atribuye a Enrique IV cuando aspiraba a ser Rey de Francia, a finales del siglo XVI, haber acuñado una frase que más allá de su sentido literal religioso, pasó a la posteridad por su visión política e histórica:
“París bien vale una misa”, habría dicho, consciente de que en un país dividido se requería incluso renunciar a algo importante para alcanzar un bien mayor. Eran los tiempos de Maquiavelo y los inicios del concepto de la “razón de Estado”.
Pues bien, el próximo domingo 1 de junio, Xalapa está, como los 212 municipios de Veracruz, ante la oportunidad de tomar una decisión sobre quién debe gobernarla los próximos cuatro años, del 1 de enero de 2026 al 31 de diciembre de 2029.
No me cabe la menor duda que como la ciudad pensante, informada, crítica que históricamente ha sido y es, Xalapa tomará la mejor decisión y votará por un proyecto de unidad, que deje atrás la división que durante casi siete años han alimentado a nivel nacional desde las conferencias de prensa mañaneras.
Como una ciudad pensante, informada y culta, Xalapa sabrá votar por un proyecto que frene los abusos en el cobro de agua, pues los xalapeños pagan por aire, y caro, más que por el vital líquido.
Queda claro que de los cinco candidatos a la Presidencia Municipal, solo uno cuenta con el arraigo, trayectoria, formación académica, prestigio y proyecto para impulsar a Xalapa al siguiente nivel.
Daniela Griego, de Morena, es originaria de Minatitlán y carece de arraigo en las colonias de Xalapa; Román Moreno, de Movimiento Ciudadano, carece del bagaje político y cultural necesario para liderar a la capital del estado; Maribel Ramírez, del PAN, representa a un partido desfondado por la traición de sus máximos representantes, los Yunes-Linares-Márquez, y Yolanda Aburto, del PT, es muy poco conocida.
Solo Silvio Lagos Galindo, candidato del PRI, tiene el bagaje político, académico, histórico, familiar y cultural necesario para hacer de Xalapa una de las grandes capitales de México.
Más que una Atenas Veracruzana, Xalapa debe seguir siendo la Ciudad Luz de Veracruz y del sureste del país.
Por eso parafraseando a Enrique IV, Xalapa bien vale una misa.
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