Vaya que el caminar político del paisano de Zenyazen Escobar, es conocido por toda la clase política veracruzana, el único que lo ignoraba, o se hizo como El Tío Lolo, fue el hijo de Atanasio.
La estela de corrupción que ha ido dejando Rodríguez Cortés, a su paso por los distintos cargos que ha ocupado es muy amplia, la pestilencia aún se percibe a varios kilómetros de distancia.
¿O que acaso el hijo de Atanasio desconocía qué Sergio, es más que proclive a la traición?, qué nadie le dijo que lo suyo era, y es, la baja estopa.
Por favor.
A Rodríguez Cortes, se le conoce más por sus traiciones qué por su trabajo en favor de los veracruzanos. Actualmente, bajo la complacencia y amparo del hijo de Atanasio y otro de la pandilla, un tal Eleazar Guerrero, se le ha ido encima no tan sólo a la clase empresarial, a los hombres del dinero, sino también a quiénes lo llevaron de la mano en sus primeros pasos dentro de la política estatal.
Hace unos días la clase empresarial puso el grito de alerta y dio a conocer lo que ya era un secreto a voces, las corruptelas del ex perredista.
Los generadores de empleos, en abierto, lo desnudaron, soló qué no contaban con la complacencia del hijo de Atanasio, jamás imaginaron qué el amorfo personaje es uno de los tantos consentidos del solterón, por lo que, valiéndole madre todo, el hijo de Atanasio le dio el espaldarazo.
Lo que olvida el dizque gobernador es que el sector productivo no está a gusto, los empresarios son unidos, trabajan en común acuerdo de allí que las consecuencias se habrán de ver en las urnas, el costo político a pagar habrá de salirle muy caro.
Rodríguez Cortés, el hábil, escurridizo, ya que ha sobrevivido durante las administraciones de Fidel Herrera, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares y la actual, la que dizque encabeza el hijo de Atanasio.
Y esa supervivencia no ha sido precisamente por los buenos resultados en favor de los veracruzanos, no, es gracias a su cinismo, a sus deslealtades, a su valemadrismo.
Así de sencillo.
Sergio Rodríguez Cortés, un auténtico Judas Iscariote.
Ahora quién debe de preocuparse es el hijo de Atanasio, porque, así como traicionó a los gobernadores anteriores, en breve lo habrá de traicionar a él.
Por cierto, quien está feliz de tenerlo como vecino es el gachupín, el panista, Julen Rementeria, allá en el exclusivo fraccionamiento de El Estero.
La casita qué actualmente habita el ex perredista, dicen, tiene un valor superior a los quince millones de pesos, lo que es un diáfano ejemplo de que la tan cacareada austeridad franciscana le vale madre.
Provecho.
Quién debe de estar arrepentido de haberlo iniciado en la política es Enrique Romero Aquino, ya que aquí se cumple aquel proverbio chino que reza "si el alumno no supera al maestro, no es bueno el alumno; ni es bueno el maestro".
Bola de cínicos
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