XALAPA.- Contrario a la política del presidente Andrés Manuel López Obrador, impuesta por la administración de los Estados Unidos en materia de migración –de no dejar pasar a los migrantes hacia los Estados Unidos-, la iglesia católica demandó no dejar de ayudar al migrante y no estigmatizarlo por causa de la delincuencia organizada. En ese sentido, previo a la misa dominical en la Catedral de Veracruz, el obispo de la Diócesis de Veracruz, Carlos Briseño Arch, destacó el valor de la solidaridad que distingue al pueblo mexicano ante fenómenos sociales como el de la migración, que mueve a familias enteras cruzando fronteras y en ocasiones hasta con niños. "Yo siempre he presumido incluso en el extranjero que los mexicanos tenemos esa cualidad de ser hospitalarios, pero últimamente por la influencia a veces anglosajona, a veces egocéntrica de nuestro mundo, a veces nos hemos vuelto muy individualistas, muy egoístas. Este evangelio nos invita a esa hospitalidad, a tratar de dar lo mejor a los demás”, aseguró el prelado. “Cuando recibimos a un necesitado, a un pobre, alguien que lo necesita, no se nos olvide que en el fondo estamos atendiendo a Dios y que es más lo que vamos a recibir de Dios que lo que podemos dar a aquel necesitado: el Señor siempre bendice y multiplica cuando somos generosos con los demás", aseveró Briseño Arch. El obispo de Veracruz descartó que la inseguridad causada por grupos delictivos justifique el no dar la mano al migrante sediento y hambriento, pues dijo que los caminantes son ajenos a los grupos delictivos. "Vienen oleadas, a veces me han pasado informes de oleadas de 100, de 200, de 500, no dejan de pasar por la Casa del Migrante. No sé qué situación tan dramática están viviendo en sus países, pero el riesgo que corren sus vidas es más grande y sobre todo cuando hay infantes y mujeres: la venta de órganos, el abusar de las mujeres, el desaparecer a los niños. Son riesgos muy grandes", subrayó el obispo de Veracruz. Concluyó que en Tierra Blanca siguen abiertas las puertas de la Casa del Migrante, al igual que el albergue Santa Ana en Boca del Río.
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