De Veracruz al mundo
Después de escapar a EU, los desplazados por violencia podrían volver a las mismas condiciones por las deportaciones de Trump.
Carmen llevaba siete meses de estar de vuelta en Guerrero después de permanecer dos años y medio en Atlanta por asilo político, cuando volvió a vivir otro episodio violento que puso en riesgo su vida. Como ella otros desplazados temen regresar a la violencia por las deportaciones ordenadas por Donald Trump.
Miércoles 29 de Enero de 2025
Por: animalpolitico.com
Foto: Cuartoscuro .
Ciudad de México.- Los escenarios violentos en Guerrero por lo que desplazados de la Sierra de Guerrero pidieron asilo a los Estados Unidos no han cambiado desde que salieron, lo que implica que de ser deportados por las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump regresen a las mismas condiciones.



Muchas de las ciudades de Guerrero mantienen su condición de inseguridad por violencia criminal y a los desplazados les ha tocado vivirlos más allá del momento en que salieron de sus pueblos de manera forzada.

A Carmen Esquivel le alcanzaron las balas del ataque armado del 24 de diciembre pasado en el perímetro de la iglesia del barrio de San Mateo, donde asesinaron al presidente del patronato de la Feria de Navidad y Año Nuevo de Chilpancingo, Martín Roberto Ramírez Ruiz.


Le hirieron una pierna que la ha mantenido convaleciente. La lesión le afectó tendones y arterias que la mantuvo grave. Tiene 64 años y es diabética desde muy joven, pero resistió la operación que necesitó para no perder la movilidad.

Carmen llevaba siete meses de estar de vuelta en Guerrero después de permanecer dos años y medio en Atlanta, Estados Unidos por asilo político, el cual logró con tres de sus hijas y sus respectivas familias al cabo de un complicado proceso.

Todos ellos son parte del grupo de desplazados que salió de manera forzada de pueblos de Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo en noviembre del 2018 que llegaron a alojarse al auditorio municipal de Chichihualco, cabecera del primero de estos municipios.


Al año siguiente de su desplazamiento, Carmen y sus hijas salieron de Chichihualco hasta la frontera norte para pedir asilo en los Estados Unidos. A sus hijas les autorizaron el ingreso dos meses después, en agosto del 2019, pero ella permaneció en una especie de prisión en Texas por al menos otra tres meses; al final la regresaron a México, donde siguió con los trámites hasta que conseguir la autorización.

María Mejía Esquivel, una de sus hijas, contó a Amapola, periodismo transgresor como es su vida en estos momentos en Estados Unidos ante el riesgo de la deportación con la llegada de Trump como presidente los Estados Unidos. La historia fue publicada el viernes pasado.


También compartió lo que ha enfrentado su madre después de regresar a México, como una evidencia de que las condiciones de inseguridad en Guerrero no han cambiado, lo que le genera mayor incertidumbre, porque de volver acá tampoco tendrían garantías.

Carmen volvió a México en mayo pasado. Se instaló en Chilpancingo, porque en Chichilhualco las condiciones de seguridad–o inseguridad– son complicadas; las balaceras son comunes lo mismo en las inmediaciones que en el centro de la cabecera desde 2023. Por más de un año no hubo clases presenciales en las escuelas por esa razón. Apenas a mediados del mes fue documentado un nuevo enfrentamiento a balazos en la cabecera con saldo de al menos un asesinado.


Regresó porque debía atender su salud por complicaciones en los riñones y con la vista. Aun con el asilo, el gobierno de los Estados Unidos nunca les ofreció garantías; Carmen carecía de un seguro médico que le cubriera el medicamento para controlar la diabetes y el costo fue insostenible para sus hijas.

Debido a que toda la familia está desperdigada después del desplazamiento, Carmen vive sola en Chilpancingo; renta un cuarto. “Pero el 24 de diciembre estaba en una iglesia, fue a una oración, y saliendo se puso a ver los tlacololeros (una danza tradicional guerrerense) y le dieron una bala. Un balazo en una pierna”, cuenta María. Chilpancingo es referencia también de inseguridad.


Todas los gastos por las complicaciones en la salud que le generó lesión a Carmen por un hecho de inseguridad, además de los medicamentos y la atención, lo han costeado también sus hijas. “Está en recuperación; la llevaron a operar a Acapulco, porque se le destruyó los tendones y arterias. Estaba muy delicada”, menciona María.

Carmen ya comenzó a dar algunas pasos. María está confiada en que su madre pronto termine pronto de recuperarse; ha tenido grandes avances aun con la diabetes.

La premura de María tendría que ver también con el riesgo de la deporten. Esta amenaza la mantiene encerrada al igual que muchos migrantes y sin posibilidades de tener ingresos, porque dejó de vender tamales y con eso se mantiene.

Con la deportación este puede ser un escenario al que volverían.







Por: Margena de la O/ Amapola Periodismo

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