En estos dos años de la administración que mal encabeza el hijo de Atanasio, el bajacaliforniano se ha distinguido por su altanería, sus quimeras, sus bajezas y sus huidas.
Esas son las características de quien debe, o debería, ser el encargado de la política interna en Veracruz.
Un tipo que para empezar no conoce la entidad, por decenas de años estuvo alejado de tierras veracruzanas y cuando retorna solo es para arruinar, para vulnerar, sobajar y para amenazar. Lo anterior sin mencionar que el amedrentar también lo ha venido acompañando en estos casi 24 meses de la administración estatal.
El morenito, así con cariño por que ahora resulta que el señor tiene la piel muy delicada, Eric Patrocinio Cisneros Burgos no es otra cosa que una autentico advenedizo, un tipo al que según los analistas políticos de altos vuelos señalan de ser quien ha enrarecido el clima político en la entidad veracruzana.
Un sujeto que, con sus amenazas, esas que ya tantos actores políticos de la entidad han denunciado, actúa como un autentico, como un asombroso pelador callejero, como todo un atravesado personaje con un poder muy amplio.
El arrebato político lo lleva sobre su espinazo.
Lo más lamentable es que en lugar de cumplir con su trabajo y mantener en calma la entidad, el nacido en Otatitlan se ha dedicado a entorpecer aún más la administración del hijo de Atanasio, no ha mostrado oficio político mucho menos sensibilidad he inclinación la dialogo.
Amedrentar es lo suyo, es su obstinación.
Cisneros Burgos es miope en cuestiones de institucionalidad, de concertación, lo neófito le brota por los poros en lo que refiere a la negociación política. Para él lo único que vale es la mano de hierro, la intimidación y su imperante Ley del Garrote.
Esos traumas que carga sobre su amorfa silueta lo han llevado a imponer féminas en puestos claves, sin tener mayor perfil, estas hembras destacan por ser sumisas y que se prestan la negocio.
En Veracruz, Cisneros Burgos hace y deshace, actúa a su voluntad y capricho.
Con su soberbio desempeño pareciera que posee más poder que el propio hijo de Atanasio. Lo único que deja a la vista es que ha perdido el atajo del diálogo y la concordia sufriendo las consecuencias los veracruzanos.
Lo cierto es que ya son muchas sus rapacerías como para que se mantenga impune.
Alguien debe meterlo en cintura.
Sin lugar a dudas que, en estos dos años, la estrechez intelectual y política es lo que ha distinguido al nacido en Chacaltiaguis, perdón en Otatitlan, Veracruz.
Por cierto, en su comparecencia ante los payasitos locales, perdón los diputados locales, quien cree que conformaron la Comisión de Gobernación, pues nada más y nada menos que el parlamentario de caricatura, un tal Rubén Ríos Uribe, como presidente; como secretario el borrachito de Raymundo Andrade Rivera.
Y a la diestra del nacido en Chacaltiaguis, perdón el Otatitlan, entiéndase el compareciente, se apersono el mozo de estoques de “La Calaca”, sí el mismo que presume ser su asesor estrella en cuestiones de medios de comunicación, ese que con unos tragos encima alardea de que él abrirá las aguas para que el gremio reporteril cruce el río.
Por favor.
Provecho.
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