La inseguridad es galopante, la ciudadanía ya perdió la paciencia y la confianza en las autoridades.
Cada día es más común ver, y escuchar, situaciones donde los vecinos, los afectados, descargan su coraje al momento, dejando de lado la parte jurídica.
La constante es que las personas están optando por hacer justicia por mano propia al verse en circunstancias de robo o asalto, ya sea en sus hogares, en su colonia, en el transporte o en la vía pública.
Desafortunadamente la inmensa mayoría de ciudadanos coinciden en golpear, otras hasta en linchar, a una persona cuando es sorprendida consumando un acto delictivo.
Se puede decir que en general los vecinos concuerdan en que el agresor o ladrón, se lo merece.
En las colonias ya es muy natural observar mantas, lonas, con leyendas al respecto, donde claramente se puede leer que todo aquel que sea sorprendido robando “va a ser linchado”.
Sí, así como lo leyó esta es la invariable en decenas de colonias y exclusivos fraccionamientos de cualquier ciudad.
Y por supuesto Veracruz no es la excepción.
La advertencia es diáfana, "si te sorprendemos robando ¡te vamos a linchar!, estamos decididos a frenar la delincuencia y proteger a nuestra familia".
Esa es una de las tantas leyendas que a diario se pueden observar en las calles de colonias tanto de la periferia como del centro de las metrópolis.
El hartazgo social, ya es generalizado, al parecer, la población ha decidido tomar justicia por mano propia, sin importar las consecuencias venideras, dejando de lado el riesgo jurídico por la acción cometida.
La situación es tan grave que se han dado casos de hogares los cuales han sido hurtados cuando menos un par de veces, llevándose de todo.
Por lo anterior sobra decir que las familias viven aterradoras, en medio de una considerable incertidumbre.
Aun cuando las autoridades nos digan que hacen su trabajo, nos presuman que ya han bajado los índices delictivos, la realidad que viven los pobladores es otra.
El contexto no se parece, pero ni tantito, a lo que presumen las dependencias encargadas de brindar seguridad a la sociedad.
Ya en repetidas ocasiones nos hemos enterado de la manera en cómo terminan los delincuentes, la golpiza es admirable como también es sorprendente el enojo con que los afectados descargan su disgusto.
Cuando bien les va a los delincuentes sólo son amarrados o desnudados para ser entregados a las autoridades.
Por supuesto que los casos de justicia por mano propia no concuerdan con el marco legal, pero sí son una muestra del cansancio, del hartazgo a que ha llegado la población ante tanta inseguridad y, de igual forma, muestran la desconfianza en las autoridades.
La inmensa mayoría de afectados asientan que de nada sirve presentarse ante la justicia porque solo es cuestión de perder tiempo y exponerse, para que, en cuestión de días, o de horas, los delincuentes sean liberados.
Todas estas acciones nos muestran que la sociedad ya está cansada de tanto discurso, de tantas mentiras. En pocas palabras no ve resultados favorables, no encuentra congruencia entre el decir y el hacer de las autoridades.
El ciudadano sigue distinguiendo que en las calles hay violencia, advierte que en las calles no hay solución a sus problemas de seguridad.
Así de sencillo. |
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