El neoliberalismo, a menudo malentendido y vilipendiado, se ha convertido, principalmente en México, en una especie de «Coco» por el excesivo uso que hace del término el Presidente AMLO para calificar a sus adversarios políticos. Lo anterior, siendo una práctica habitual de líderes populistas: dividir entre dos bandos; los buenos (nosotros) y los malos (los opositores), a los cuales necesariamente hay que adjetivar.
Es, sin embargo, algo completamente alejado de la realidad ya que es un modelo económico que ha desempeñado un papel crucial en la transformación del mundo moderno. En su corazón, aboga por la libertad individual, la propiedad privada y la competencia en el mercado, y por reducir al mínimo la intervención del Estado. Dos de sus impulsores más destacados, Margaret Thatcher y Ronald Reagan, dejaron una marca indeleble en la historia.
Margaret Thatcher, la «Dama de Hierro» británica, asumió el cargo de Primera Ministra del Reino Unido en 1979 en un momento de agitación económica y declive. Su visión neoliberal fue clara: reducir el poder del estado, promover la libre empresa y dar a los individuos el control sobre sus propias vidas. Las reformas de Thatcher revitalizaron la economía británica, frenaron la inflación y liberaron el espíritu emprendedor. Su famosa afirmación de que «no existe tal cosa como la sociedad» fue malinterpretada; en realidad, defendía la responsabilidad individual y la autodeterminación.
Por su parte, Ronald Reagan, el 40º presidente de los Estados Unidos, compartía una visión similar. Su presidencia en la década de los 80’s se centró en reducir los impuestos, desregular la economía y promover la iniciativa privada. La «Reaganomanía» fue un intento de liberar el potencial económico de Estados Unidos y, en gran medida, tuvo éxito. La economía creció de manera constante, y su política exterior ayudó a acelerar el colapso del bloque soviético.
Ambos líderes enfrentaron resistencia feroz, pero su perseverancia en la promoción de políticas basadas en el mercado demostró ser un catalizador para el crecimiento económico y la prosperidad. Más allá de las controversias y de sus detractores, estoy convencido que el legado de Thatcher y Reagan se encuentra en la revitalización de las economías de sus respectivos países y en la inspiración que brindaron a otros líderes para abrazar principios similares.
El neoliberalismo no es una panacea sin fisuras, y ciertamente plantea preguntas sobre la desigualdad y la justicia social; sin embargo, bajo el liderazgo de figuras como Thatcher y Reagan, demostró ser un motor efectivo de crecimiento económico y un defensor de la libertad individual.
Sus contribuciones a la historia económica y política merecen reconocimiento, ya que su visión sigue influyendo en las políticas públicas y el pensamiento contemporáneo en todo el mundo.
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