Samuel Aguirre Ochoa
El día de hoy quiero referirme a un tema de suma importancia para toda la humanidad, al día en que la Unión Soviética puso un alto al ejercito nazi alemán dirigido por Adolfo Hitler, quien quería conquistar al mundo entero para apoderarse de sus riquezas y exterminar a todos los pueblos de la tierra considerados como de raza inferior.
Este viernes 9 de mayo se conmemoran 80 años de lo que los rusos llaman el Día de la Victoria, fecha en la que el Ejército Rojo y el pueblo soviético vencieron a las hordas alemanas, acción con la que se puso fin a la Segunda Guerra Mundial en Europa.
Es importante señalar que fueron el pueblo soviético y su ejército los vencedores irrefutables de aquella contienda, los verdaderos salvadores de la humanidad y, que es falsa la versión que nos quiere hacer creer que los norteamericanos llevaron a cabo esta gran hazaña. Detrás de esta mentira se esconden las negras intenciones de los imperialistas gringos, de llevar a cabo sus planes de expansión y dominio mundial.
Veamos algunos hechos históricos.
Aunque la Segunda Guerra Mundial inició formalmente en 1939, las bases para la misma se gestaron muchos años antes. Algunos historiadores han documentado que el ascenso del partido nazi al poder en Alemania contó con el patrocinio de los grandes capitalistas alemanes en alianza con la oligarquía europea, que coincidían con la ideología racista y supremacista del partido de Adolfo Hitler.
A esto se debe que las potencias imperialistas como Inglaterra, Estados Unidos y Francia, cuando Hitler ascendió al poder en 1933 no protestaron, a pesar de que éste inició una campaña de terror en contra de algunos sectores de la población alemana que consideraba de raza inferior; a que tampoco frenaron a Hitler cuando comenzó el rearme del ejército alemán, a pesar de tenerlo prohibido por el Tratado de Versalles.
Estas potencias imperialistas tenían claro que el objetivo principal de los nazis era la conquista de la Unión Soviética para eliminar al primer gobierno obrero del mundo, acción con la que ellos estaban totalmente de acuerdo.
El 30 de septiembre de 1938, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania firmaron el Pacto de Múnich. El acuerdo cedió a Berlín la región checoslovaca de los Sudetes. La posterior ocupación alemana del territorio restante de Checoslovaquia demostró que Hitler no se contentaría con concesiones y que una nueva guerra era inevitable.
En septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia. Ante esto, Francia e Inglaterra le declararon la guerra, sin embargo, no hicieron acciones militares para frenarla, periodo al que se le llamó “la guerra extraña” o “la guerra de mentira”.
Por esta razón, los ejércitos alemanes avanzaron con éxito por territorio polaco y capturaron Dinamarca, Noruega y Finlandia. El 22 de junio de 1940, el gobierno francés se rindió sin luchar y los alemanes expulsaron de territorio europeo a las tropas británicas.
En la madrugada del 22 de junio de 1941, sin declaración de guerra, las tropas alemanas invadieron la Unión Soviética.
Los soldados de Hitler siguieron la llamada "Operación Barbarroja". La idea era infligir una aplastante derrota al Ejército Rojo en pocos meses, utilizando tácticas de guerra relámpago.
Aquí se inicia la Gran Guerra Patria de los países que integraban la Unión Soviética, y aunque los gobiernos de Inglaterra y Estados Unidos expresaron su apoyo y se formó una coalición anti-Hitler, nunca intervinieron en territorio soviético ni atendieron la petición de Josef Stalin de abrir un segundo frente de guerra en la Europa Occidental para mitigar la presión del ejército alemán sobre el territorio soviético.
El ejército alemán descargó toda su furia sobre la Unión Soviética; más de 5 millones de soldados participaron en la invasión, y durante su avance destruyeron más de mil 700 ciudades, 70 mil aldeas, 32 mil industrias y 65 mil kilómetros de líneas de ferrocarril.
La Gran Guerra Patria ha sido la más sangrienta confrontación bélica de la historia humana.
La Segunda Guerra Mundial dejó un saldo de 50 millones de muertos, de los cuales cerca de 27 millones fueron soviéticos. Y hubo episodios verdaderamente terroríficos como el sitio de la ciudad de Leningrado, hoy San Petersburgo, que duró 872 días, en los cuales los nazis privaron de alimentos y suministros a la ciudad, lo que costó la vida de más de un millón de personas.
La ocupación alemana sobre la Unión Soviética se extendió hasta 1943 y durante todo ese tiempo, los ingleses y los norteamericanos, supuestos aliados soviéticos, se hicieron ojos de hormiga y no intervinieron en su apoyo.
En febrero de 1943 los soviéticos derrotaron a los alemanes en la batalla de Stalingrado, rompiéndole la espina dorsal a las hordas de Hitler.
A partir de ese momento, comenzó la contraofensiva soviética, en la cual el Ejército Rojo, sin ayuda de ninguna otra potencia, derrotó a 507 divisiones alemanas, derribó 70 mil aviones de combate y destruyó más de 50 mil tanques, acabando con el 75% del arsenal total de los alemanes.
El Ejército Rojo liberó al territorio soviético y liberó también del dominio nazi a Polonia, Rumania, Finlandia, Bulgaria y parte de Checoslovaquia.
No fue sino hasta que el triunfó soviético fue inevitable, que los Estados Unidos e Inglaterra abrieron el segundo frente de guerra en Europa Occidental, con el Desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944, el llamado Día D. Día que la propaganda norteamericana se ha encargado de glorificar como la derrota decisiva de los alemanes, sin embargo, eso no es cierto.
El 16 de abril de 1945, el Ejército Rojo llegó a Berlín; Hitler se suicidó el 30 de abril y el 2 de mayo el ejército alemán capituló frente a los soviéticos. En esa fecha se tomó la fotografía histórica del soldado ondeando la bandera del martillo y la hoz sobre el edificio del Parlamento alemán.
Por la madrugada del 9 de mayo de 1945, el mariscal Wilhelm Keitel, el general nazi de más alto rango, entregó la rendición incondicional de los alemanes al gran general soviético Georgui Zhukov. Fue el primer Día de la Victoria. Es una agresión a la memoria de las víctimas de la masacre alemana ocultar esta irrefutable verdad.
Ahora en los días que corren, 80 años después, los herederos de la gran patria construida por Lenin y los socialistas, los rusos modernos, son los que de nuevo están enfrentando la voracidad de dominación mundial de los herederos del fascismo, los imperialistas estadounidenses y la OTAN.
Por esta razón, la propaganda estadounidense se está empleando a fondo para que pasen desapercibidos los festejos del Día de la Victoria en Rusia y están amenazando por todos los medios a los líderes del mundo con imponer fuertes sanciones a sus países si cometen la osadía de asistir al desfile en Moscú el próximo 9 de mayo. No permitamos este engaño de los norteamericanos y sus aliados. |
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