La sociedad se organiza en Estado, el Estado, que es la sociedad organizada, tiene un brazo político y administrativo denominado gobierno, el cual a través de la división del trabajo organiza sus funciones para atender el mandato de la población. Entre las funciones de mayor relevancia está la de salvaguardar la seguridad pública, y en cumplimiento de ese deber crea la corporación policiaca con elementos cuya misión fundamental consiste en brindar seguridad a la población. Obviamente, esa misión la cumple dentro del marco normativo creado para ese efecto, atendiendo a facultades y obligaciones que imponen límite a su actividad. Cuando el cuerpo encargado de ofrecer seguridad, tranquilidad y confianza transgrede los límites de sus funciones el equilibrio social basado en la relación sociedad-gobierno está en riesgo, es entonces cuando surgen la inconformidad y la protesta social que ponen en serio trance al Contrato Social. Todavía más, cuando el gobierno está incumpliendo su básica función de garantizar paz y tranquilidad social brotan el descontento y la protesta públicas. ¿En México estamos en esa condición?
La escalada violenta es manifiesta en nuestro país, el pueblo mexicano está expuesto al fuego de los malosos, y por si eso no bastara, en algunos municipios sufre también el embate de malos policías, en Veracruz lo atestiguamos hace unos días en Tezonapa, donde la población cansada del atropello de delincuentes vestidos de policías amarraron, desvistieron y azotaron a dos elementos policiales ocupados cotidianamente a extorsionar a la población. Según la autoridad estatal ya se investiga el caso, y debe profundizarse pues habrá mandos superiores involucrados porque es de inferencia lógica que no pudieron operar de manera tan impune sin la anuencia y protección de sus mandos. No es ese un caso aislado porque en Toluca y otros municipios más del estado de México, similarmente en Puebla, en Guerrero, en Chiapas etc., ese fenómeno menudea. En la región Chamula de Chiapas, en Tierra Caliente de Guerrero y en Oaxaca, pobladores con bien arraigada cultura originaria han retenido a sus autoridades municipales en reclamo al incumplimiento de las promesas formuladas cuando buscaban el voto popular, asumen esa actitud porque en su cultura la palabra se cumple, no admite el sofismo polítiquero. Es Fuente Ovejuna cansada ya del abuso del poder, del enriquecimiento ilícito e impune del “servidor público”. ¿Hasta cuándo? |
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