Por Edgar Hernández*
Decía Fernando Gutiérrez Barrios “No se junte un grupo de jarochos en La Parroquia porque ya están planeando formar un partido político”.
Así somos los veracruzanos. Todo fiesta. Todo alegría. Todo ánimo ante la adversidad.
En realidad, Veracruz hasta el 2018 cuando llegó Morena, todo fue política, diálogo, sensibilidad, el conocer el oficio, el no engañar, falsear o minimizar la realidad, con tanta tosquedad.
Y con los chairos su exponente, Rocío Nahle experta en la escenografía política, buena para la foto, mejor para el peinado, la pose con el dedo flamígero, el calzado sin mácula de lodo y para la orden sin discusión ella. Es como Dios, la que resuelve todo, no en siete días, sino en un abrir y cerrar de ojos.
La llegada de Nahle, procedente de Zacatecas, resultado de la improvisación de los cacalovers, es el no conocer Veracruz, el desconocer lo que nos aqueja, el no interiorizarse en nuestra problemática y solo andar en la grilla de queda bien con Sheinbaum para que no se destape lo que la pudre, Dos Bocas y el Huachicol Fiscal.
Hace décadas que el Papaloapan de desborda y los niños tlacotalpenses salen a jugar y nadar a las calles inundadas; hace muchos, pero muchos años que los ríos Cazones, Tuxpan, Nautla, Tecolutla y Jamapa rebosan inundando decenas de poblados ribereños.
La gente, por generaciones, lo sabe como también entiende que a su tarea de supervivencia se suma el apayo gubernamental y el federal, vía Fonden.
Hoy ya no existen ninguno de los dos.
Se cuenta que, durante el mandato de Fidel Herrera, a quien encantaba el exhibicionismo, cuando llegaban los aluviones llamaba a todos los integrantes de su gabinete para ordenarles se trasladaran a la zona del desastre, que lo cubrieran por regiones.
Les exigía no se movieran hasta que bajara la emergencia y que no olvidarán además llevar víveres, cobijas, agua, medicinas y todo tipo de auxilio a la población desvalida, incluidas las mascotas.
Todo ello siempre con la admonición de que “como no hay presupuesto paguen con su dinero las despensas y el total auxilio con el dinero que se han robado”.
Cierto o no ese era el mecanismo solidario en donde los buenos, los malos y los feos no solo tenían que apoyar, sino mancharse las botas en el fango y sumarse a las tareas de rescate y auxilio a los damnificados.
Populista o no ya veíamos a Fidel con el agua hasta la cintura repartiendo despensas, ordenando la instalación de bombas para generar electricidad, los albergues, la comida preparada por brigadas del DIF las 24 horas, así como el abrigo al desvalido.
Que se recuerde todos los que han gobernado estas tierras hicieron lo mismo, hasta que llegó el milagro electoral del 2024, Rocío Nahle.
En la gobernadora bien que aplica el dicho de que tarde, pero despierta. Dos días después de quedar bajo las aguas un centenar de comunidades de la zona norte tras el desbordamiento de los ríos Cazones y Tuxpan y una decena de afluentes, del desprendimiento de taludes, ruptura de carreteras, el agua hasta un metro en las casas en Poza Rica y Papantla y la apertura tardía de albergues con cero alimentos, la dama decidió finalmente actuar.
Ordenó le prepararan su helicóptero para ir a socorrer a sus “paisanos” veracruzanos y desde el aire, a dos mil metros de altura, les agitaba la manita y les hacía señas de ¡Ya estoy aquí!
Mientras la gente en los techos -y uno que otro ahogado flotando-, sin un litro de agua, sin comida, sin medicamentos o transporte acuático para librar el anegamiento e ir, al menos a tierra firme, buscaba la supervivencia.
Los defensores de la gobernadora -Ahued dice que “la gobernadora no ha dormido” y la “Lupe” -Guadalupe Osorno- de Protección Civil es una chingona aunque en los hechos olvidó poner en alerta a la población de la tromba, tampoco llamó la población para que abandonaran sus casas ante el inminente peligro.
Resultó ¡toda una inútil!
38 municipios quedaron bajo las aguas, cinco mil viviendas se dañaron dejando un saldo de tres muertos y miles de damnificados todos de cara a una solemnidad poco creíble de la gobernadora que hablaba de manera arrogante, desconociendo tecnicismos, regiones, de dudosos apoyos y movilizaciones inexistentes.
Y, por supuesto, ni pensar se declare estado de emergencia.
“¡Iré a Álamo!, promete, solo promete cuando estando en Poza Rica olvidó Papantla y jamás se enteró que en Coahuitlán siguen incomunicados al desplomarse el tramo carretero de regreso de Zaragoza a Coyutla.
Y las lluvias que no paran; pueblos completos siguen bajo las aguas y el desfile enseres, automotores y uno que otro cadáver flotando mostraban la cara de la desgracia.
Las autoridades municipales solicitaron con toda antelación el apoyo de la gobernadora y del Ejército Mexicano para ayudar en las tareas de apoyo a la población, pero hasta ayer no se veía un real desplazamiento y transporte de víveres que la propia sociedad civil empezó a enviar desde ayer.
Esa es nuestra realidad... Que ¡Viva Morena!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |
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