De Veracruz al mundo
Soy la persona menos racista que existe en el mundo: Trump.
Tal vez lo más asombroso de este presidente es que aparentemente piensa que no tiene que ocultar su racismo incluyendo el expresado en sus políticas antimigrantes (por cierto, hoy se reveló que su gobierno ha separado a más de 900 niños de sus familias desde mediados de 2018 a pesar de un fallo judicial para frenar esa práctica que ya había afectado a miles).
Martes 30 de Julio de 2019
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.- Ante el coro cada vez más amplio y vociferante denunciando como racista al presidente de Estados Unidos, Donald Trump se atrevió a, se supone, burlarse de todos y asegurar: “soy la persona menos racista que existe en cualquier parte del mundo”.

Tal vez lo más asombroso de este presidente es que aparentemente piensa que no tiene que ocultar su racismo incluyendo el expresado en sus políticas antimigrantes (por cierto, hoy se reveló que su gobierno ha separado a más de 900 niños de sus familias desde mediados de 2018 a pesar de un fallo judicial para frenar esa práctica que ya había afectado a miles).

Hoy, a pesar de críticas furiosas de políticos demócratas, defensores de derechos civiles, artistas y religiosos y hasta la reprobación de varios republicanos, Trump continuó con su ataque racista de los últimos días contra el diputado afroestadunidense Elijah Cummings y su ciudad, Baltimore casi como un niño de secundaria malcriado. El lunes y continuando hoy se lanzó contra otro líder de derechos civiles, el reverendo Al Sharpton, acusándolo de ser “racista”.

Después de haber acusado que Baltimore está “infestada de ratas” hoy añadió que es “mucho peor y más peligrosa” que la frontera entre México y Estados Unidos y repitió que a pesar de todos los fondos federales invertidos en esa ciudad, sigue peor que nunca y por lo tanto “es corrupta”.

No se detuvo ahí, afirmó que ha recibido llamadas de habitantes de Baltimore, sobre todo afroestadunidenses, felicitándolo por decir la verdad ya que “esa gente está viviendo en el infierno en Baltimore”. Más aún, dijo que los afroestadunidenses en general están muy “felices con lo que he logrado hacer” como presidente.

Las encuestas desmienten al mandatario, con menos de 1 de cada 10 expresando apoyo (un 8 por ciento), según Gallup, mientras que diversos líderes nacionales han condenado al presidente desde que llegó a la Casa Blanca.

Poco después de hacer estos comentarios, el presidente viajó a Jamestown, Virginia, para marcar el 400 aniversario de la primera asamblea representativa del hemisferio (según la versión oficial) lo cual se considera el nacimiento de la “democracia representativa”, y ahí Trump declaró que eso fue un triunfo del “auto-gobierno” que sería el fundamento para la república.

Vale recordar, hablando de autodeterminación y representatividad, que este año también marcan los 400 años de la llegada de los primeros africanos a Estados Unidos, quienes lo hicieron como esclavos.

Por las provocaciones raciales de los últimos días, casi todos los legisladores estatales afroestadunidenses de Virginia anunciaron que no se presentarían al acto con Trump en protesta, y el mandatario comentó al ser informado que esos políticos estaban obrando “contra su propia gente”.

Un legislador estatal, el delegado palestino estadunidense Ibraheen Samirah, acudió al acto con pancartas declarando “deporten el odio” y “regresa a tu hogar corrupto”, e intentó interpelar al presidente mientras daba su discurso antes de ser escoltado a la salida, con los fanáticos coreando “Trump, Trump, Trump” para ahogar sus críticas.

El debate que Trump ha desatado en los últimos días y semanas al atacar a un diverso grupo de legisladores demócratas críticos de su régimen, todos de minorías raciales y a algunos de los cuales invitó a que “regresaran” a sus países si no les gustaba (todos menos una nacieron aquí y todos son ciudadanos), gira en torno de si todo esto forma parte de su estrategia política para continuar alimentando a su base dura para fines electorales, o si nada más es resultado de que el presidente es un vil racista.

El mismo Trump afirmó hoy cuando le preguntaron al respecto: “no hay estrategia, no tengo ninguna estrategia, hay cero estrategia”. Pero añadió que con sus ataques contra Baltimore, “creo que me estoy ayudando”.

Pero el consenso entre comentaristas es que su racismo, sea manifestación de una estrategia, de intuición, o simplemente de quien es, Trump está apostando que esto lo llevará, una vez más, al triunfo en 2020, y lo peor de todo, lamentan algunos, es que tal vez tenga razón.

Que Trump sea acusado de racista no es nada nuevo, y por ello no se trata de alguna “nueva” estrategia. Promovió la acusación falsa de que Barack Obama no nació en este país, afirmó falsamente que la comunidad musulmana en este país festejó el 11-S, exigió la pena de muerte para cinco jóvenes afroestadunidenses y latinos acusados erróneamente de violar a una mujer en Nueva York en los noventa, y en los setenta cuando de joven trabajaba en el negocio de bienes raíces de su padre, los Trump fueron acusados formalmente por el Departamento de Justicia de discriminación racial por prohibir inquilinos afroestadunidenses. A lo largo de su presidencia ha expresado su racismo sobre todo en sus políticas antimigrantes y vale recordar que su campaña electoral arrancó con un ataque contra los mexicanos y después los musulmanes.

Niños separados por Trump

Hablando de migración, mientras Trump festejaba la democracia y todos sus grandes valores, se informó que su régimen había separado a un total de 911 menores de edad de sus acompañantes adultos -la gran mayoría sus padres- con quienes cruzaron la frontera de México a Estados Unidos desde junio de 2018. El régimen de Trump fue obligado por un tribunal a suspender su política de separación de familias inmigrantes hace un año. Las separaciones desde entonces han sido justificadas por las autoridades por el bienestar y protección de los menores cuando tienen padres con historiales criminales, algo que disputan los defensores de libertades civiles.

Un aliado envía su hijo

Por otro lado, Trump elogió la decisión de su aliado brasileño, el presidente Jair Bolsonaro, de nombrar a su hijo como el próximo embajador de ese país en Washington. El mandatario estadunidense, cuya hija y yerno son asesores oficiales de la Casa Blanca, comentó que no le parecía un acto de nepotismo.

Fue buen día para festejar la “democracia representativa”.

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