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ESPACIO CIUDADANO

Jorge E. Lara de la Fraga

2019-01-17 / 09:14:35

¡La lucha por ser mejor!

Es bastante común escuchar que “la educación se mama”, que la formación inicial de las personas en su hogar es determinante en su vida futura, que de poco valen los estudios o renglones posteriores de instrucción o de especialización si se carece de los cimientos o sustentos éticos que se hacen vigentes en la relación armónica y efectiva cotidiana entre los infantes y sus padres. Desde esa plataforma de la casa materna se proyectan valores y se delinean horizontes idóneos de comportamiento humano y es tarea de la educación formal ofrecida en los planteles escolares vigorizar ese esfuerzo de los padres. En las grandes y determinantes acciones de las personas gravitan su consistencia moral y su fortaleza espiritual; de un ser con insuficiencias humanísticas se pueden esperar barbaridades y atrocidades, lo cual no ocurre con un elemento mejor estructurado en lo axiológico.

Leía hace poco lo que una madre le indicaba a su hijo en un texto memorable y sin querer “enmendar la plana”, resalto en este comentario ciertas recomendaciones (al renuevo) que le pueden ser de utilidad a toda persona. Empezaré por el rubro de la dignidad y sobre ello –decía la progenitora- no hay razón para que nadie se humille en aras de obtener un favor o un servicio; es preferible trabajar con esmero y sufrir con el ánimo de alcanzar las metas deseadas por méritos propios, que “arrastrarse” ante el poderoso. El elemento servil que se acostumbra a alcanzar las cosas a través de los caminos fáciles, a la postre se rebaja ante sí mismo y es motivo de repudio entre sus conocidos. Por otra parte, enfatizaba la señora, son baluartes significativos la entereza y el valor para afrontar las adversidades y los obstáculos cotidianos. No hay que acobardarse ante las penas y las derrotas. Si el día se presenta sombrío, hay que inyectarle ese optimismo que brota de la inteligencia y esa alegría que fluye del corazón palpitante.

En otro orden de ideas –prosigue el mensaje materno- hay que tener presente que todo está en constante movimiento, que nada permanece estático y ante ello no debemos aferrarnos a lo que cambia y se transforma. Ninguna cosa es para siempre; el ser humano requiere estar preparado para superar las pérdidas económicas, materiales y de los seres entrañables y entender que cualquiera es un eslabón más de una cadena que se revitaliza con los descendientes idóneos. Asimismo, la grandeza de alguien no se mide en razón del monto de sus recursos económicos y materiales, sino en la medida de su fortaleza moral y de su proyección positiva hacia los demás. No hay que ser un esclavo de los bienes, pues en cierto modo la felicidad no radica en poseer mucho sino en comprender el valor exacto de lo que se posee. Pobres de espíritu aquellos que se subordinan enfermizamente ante la riqueza y desdeñan la oportunidad y sabiduría de compartir y convivir con sus coterráneos.

Por ese sendero de las reflexiones no está por demás asimilar que hay que proceder con sentido crítico y analítico, no imitar o seguir ciegamente a otros por senderos equivocados. Surge como imperativo que cada persona sea observadora y juiciosa, para no trastabillar en las falacias, en las falsedades y en los prejuicios. La

objetividad y el enfoque diáfano de las cosas arrojarán siempre buenos dividendos. También tiene que hallar cada persona su propia ruta o directriz; no ser víctima de las falsas dependencias y de los servilismos abyectos. Tener como faros o referentes a los seres que brillaron o a los que difunden sabiduría, autoridad moral y grandeza de miras.

Culmina así el discurso de la madre: “El actuar y arriesgar en la vida es tarea cotidiana y cada individuo es responsable de sus actos; mal andarás hijo mío si no puedes bastarte a tí mismo y piensas erróneamente que otros te resolverán tus conflictos y problemas. Aprende de tus propios yerros y levántate con aplomo para seguir adelante. Por último te expreso que ante una flagrante injusticia no te cruces de brazos y lucha con valentía y denuedo, aun cuando con ello afectes intereses de poderosos y coseches rencores de aquellos sujetos que aplastan a los débiles…”

ATENTAMENTE

Profr. Jorge E. Lara de la Fraga