El título del presente comentario no es para calificar o señalar a un país depredador, sino –en este caso- para referirme a un funcionario que colaboró con un controvertido mandatario del recinto “de las barras y de las estrellas”. En el año 2001 múltiples humanos fuimos testigos del atentado a las Torres Gemelas de New York, porque los medios televisivos ofrecieron una amplia cobertura del lamentable suceso que provocó víctimas, especialmente en los sectores laborales y en los conglomerados latinos y afroestadounidenses. De inmediato los jerarcas norteamericanos buscaron culpables para calmar el enojo y desasosiego de su población. Se atribuyó esa provocación a Osama Bin Laden y a la organización Al Qaeda, pero no paró ahí la cosa: se quería un “chivo expiatorio” y un territorio específico para invadir, por ello no es casual la brutal intromisión de las tropas gringas a Irak y ese afán enfermizo de derrocar a Sadam Hussein, destruyendo localidades históricas, asesinando a más de medio millón de iraquíes y hurgando hasta por debajo de las piedras para localizar las supuestas armas nucleares que tenía el gobierno de Bagdad. Al final hubo muchas ganancias para los consorcios extranjeros y particularmente para la compañía Halliburton del abominable Dick Cheney.
A finales del mes de febrero se entregarán los premios y distinciones a los trabajos fílmicos nominados por la Academia de Hollywood y es un hecho que el film dirigido por Adam McKay y protagonizado por los actores Christian Bale, Sam Rockwell, Amy Adams, Tyler Perry y Steve Carell se hará merecedor a varios Óscares, ya que está nominada en los rubros de mejor película, mejor director, mejor actor, mejor guión y además como mejor actriz y mejor actor de reparto. Tal película se denomina Vice (el Vicepresidente) y revela al espectador cómo el poder enajena y transforma al individuo; en el filme observamos como el ente apacible, que convive con su familia, es un monstruo en la labor oficial, que no se detiene ante nada y que propicia con sus acciones decesos y torturas escalofriantes.
El celuloide en cuestión narra la historia de un político republicano que se desempeñó como colaborador de varios mandatarios de los EEUU y que llega a su poder máximo durante la administración de George W. Bush (2001-2009), donde dispone de una autoridad casi ilimitada, como nunca antes ni después ha gozado un Vicepresidente de la Unión Americana. Cuando George Bush (hijo), gobernador de Texas, es designado candidato por el partido republicano para la Presidencia de la República, conforma su equipo de campaña lo mejor posible y convence a Dick Cheney, Presidente ejecutivo de Halliburton Co., a que lo acompañe en la aventura como colaborador en el segundo escaño jerárquico, bajo las condiciones impuestas por el político de Wyoming. Con el triunfo del texano en los comicios se hace evidente que poco a poco Dick se vigoriza en su desempeño gubernamental y el Presidente Bush ofrece al público una imagen diluída. Para el crítico de cine Mauricio Reina, esta película es una fantástica sátira pública; para otros conocedores de la farándula el film es una versión cáustica de la vida pública de Dick Cheney, desde que era un estudiante
mediocre y alcohólico, hasta su conversión en el vicepresidente más poderoso que ha tenido la nación norteamericana.
Se dice que el poder es adictivo y en ese contexto el personaje central de la película, para ascender en su meteórica carrera, hace alarde de mentiras y falsedades tan absurdas como la hipótesis de que Sadam Hussein poseía armamento de destrucción masiva, así como de que también ese mandatario de Asia Central tenía nexos con Osama Bin Laden y con la organización de Al Quaeda. El personaje en cuestión se abrió paso desde la administración de Richard Nixon, posteriormente con Gerard Ford (Jefe del Estado Mayor) y con George H.W.Bush (Secretario de Defensa), para llegar finalmente a ocupar la vicepresidencia en el 2001, sin dejar de considerarse los 5 períodos desempeñados en el Congreso de la Unión. Invito a los lectores a que disfruten este trabajo cinematográfico donde los espíritus de Maquiavelo y de Fouché se hacen presentes en la Casa Blanca.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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