Por: Bernardo Bellizzia Guzmán.
El nivel de popularidad de López Obrador es equivalente al nivel de tonterías de las que habla diariamente en las mañaneras y que además cubren los medios nacionales e internacionales, es decir, se quiera o no, AMLO marca agenda todos los días.
Un viejo lobo de mar como lo es él, sabe perfectamente las reglas del juego y como se debe de jugar para ganar, y sin duda las sigue al pie de la letra, cada palabra, cada frase, cada confrontación, cada idea (si es que a eso le puede llamar idea) está perfectamente pensada y medida, el asunto aquí es permanecer en el imaginario colectivo de todos y todas, sea por malos o buenos temas o resultados, la clave y la estrategia es que hablen de él, no importa cómo, ni de que, solo que hablen, la idea es tener el índice de popularidad que hasta hoy tiene, más o menos 60% de aceptación, después de un año esta cifra no es nada despreciable, ¿no creen?.
La preparación de López Obrador para su asunción al poder ha sido sin duda alguna un camino sinuoso, difícil, complejo, lleno de dificultades, tropiezos y muchos descalabros políticos, aun con todo ello la terquedad, tozudez y las ganas de asumir la Presidencia de la Republica, le han hecho seguir perseverando hasta llegar a la meta hoy alcanzada.
Sin embargo hay que recordar que nada es eterno, nada dura para siempre, el tiempo se va como agua entre las manos, mucho muy rápido, por ello no hay tiempo que perder de parte de AMLO para tender sus redes políticas con la finalidad de garantizar la permanencia de su proyecto político, aunque ello implique hacer a un lado muchas veces la coherencia, la ética, la probidad, que importa si el objetivo se cumple, en la política nada es lo que parece, frase que aplica hoy más que nunca a lo que estamos viendo y viviendo en este México convulso y bizarro.
La marca AMLO vende y muy bien y eso él lo sabe y lo tiene claro mucho muy claro, por ello la idea de extender hasta sábados y domingos la famosa mañanera seguir
informando, interactuando, debatiendo, el verdadero fin, el manejo de su imagen; pero aguas la gente también se choca, se fastidia, se harta, el desgaste natural que te da el administrar el poder diariamente te lleva en algún momento al fracaso rotundo, más aun si este viene acompañado de muy pocos resultados gubernamentales, la precepción ciudadana empieza a cambiar tarde que temprano y pone en riesgo el proyecto Lopezobradorista.
Aunado a lo anterior debemos hacer notar que el peje ya no es un niño la edad avanza todos los días, la salud se merma, y el cansancio es notorio, recordemos que los problemas de salud que aquejan al Presidente son de fama pública, innegables, de ahí que hasta hoy no haya sacado a la luz sus exámenes médicos, los que por cierto quedo hace ya algunos meses de exhibir para que según él todos estemos tranquilos de ahí la frase de “hay presidente para rato”, la intranquilidad y preocupación dentro de su círculo cercano se sabe es evidente y real, López Obrador no goza de cabal salud, muy a pesar de lo que por supuesto él diga, los otros datos ahora son de nosotros.
En fin, los resquicios del poder muy pocos los conocen y en el caso de López Obrador los conoce muy bien, pero muchas veces eso no basta, no es suficiente, necesitas un equipo que te siga el paso y hasta hoy no lo tiene. Se habla de ajustes, quizás, pudiera ser, siendo Obrador el animal político que es si ya los tiene contemplados no los anunciara solamente los hará sin complacencias. La agenda sin duda la marca, la maneja, hasta pudiera decirse que la domina, pero nada ni nadie es eterno, y hasta hoy al menos con lo que hemos visto le falta más gasolina al auto o como él dice el elefante reumático sigue echado y no parece que exista forma de hacerlo caminar, no al menos hoy en día. Veremos qué pasa. Correo electrónico: bernardobellizzia@hotmail.com |
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