Los tiempos y la tecnología que vivimos, no nos permite saber si es por inconsciencia, o ya de plano valemadrismo; porque nada de lo que hagan o digan, va a parar el escándalo en el que están metidos los que ya están hasta enlistados -y los que faltan-...
Pero andan tan campantes viajando por el mundo -al fin es su dinero- como si nada pasara; cuando aquí no hay ni medicinas. Pero a modo de pregunta, cabe inquirir, de qué tamaño ha de ser la mochila que va cargando el senador Gerardo Noroña, como para ir a ver al nuevo Papa...
Al que, no como antaño, dicho sea, solo de paso, ya ni caso le hacen. Por más que dice que le paren a las guerras, se siguen matando. En Gaza no hay guerra, es un genocidio que pinta de cuerpo entero a la humanidad y su estulticia...
Dejando claro, que los habitantes del Planeta, como los que ha desplazado el Tren Maya, estarán mejor cuando el hombre ya no esté; o deje a un lado su arrogancia que lo hace creerse superior a todos los demás. Pero...
Cómo pedir que el mundo esté en paz, si finalmente la humanidad está enferma. Haciendo cada vez más cierto el axioma que dice “Mens sana y corpore sano”; nos lo han repetido hasta el cansancio. Y cuando los hombres se “alimentan” con comida chatarra, no pueden pensar sanamente...
De poco o nada van a servir los amparos ganados por la SEP para que no se vendan porquerías en las escuelas; mientras las mamás no se concienticen, de que darles dinero para que las compren en la esquina -o ahí mismo frente a los colegios- es hacerse de un problema para toda la vida; como lo es tener un hijo diabético...
Enfermedad que, según el Instituto Nacional de Salud Pública, casi 15 millones de personas la padecen. Y el pronóstico a futuro, dado que año con año crece, no es muy halagüeño que digamos. Sin soslayar, que quien se enferma de diabetes, toda vez que es una enfermedad limitante, echa por la borda sus sueños de infancia...
Y sí alguien puede solucionar el problema, ciertamente que no es la SCJN con amparos; ni el gobierno con leyes y sanciones. Son las mamás quienes les dan de comer. Es alarmante el ver a menores de edad comprando porquerías en las tiendas y comprando refrescos porque las mamás lo permiten y hasta lo fomentan. Ve y tráeme los refrescos y ahí te compras algo para ti. Es algo que se ha escuchado más de una vez...
Sin darse cuenta de que, inconscientemente, pero con ese actuar, están, literalmente, envenenando a sus hijos...
El llevar el médico y las medicinas a sus casas, que está bien, se les debe dar el conocimiento que las concientice de la responsabilidad que se tiene al tener un hijo enfermo...
Día con día nos enteramos que la brutalidad que se vive, con hijos que matan a sus padres y padres que matan a sus hijos, dejando patente, que la sociedad que vivimos; y la que les dejamos a los que vienen, no es lo que en el fondo todos deseamos...
El mundo de los enfermos y el mundo de los sanos, no es el mismo. Los enfermos, en el mejor de los casos, ven la vida de sufrir para merecer. Los niños sanos, los que todavía no se intoxican con porquerías, ven la vida con alegría, como un juego, como ciertamente que lo es...
No son los medios que transmiten tanta violencia...
Todos; y aquí no se escapa nadie, somos el resultado de lo que hemos comido. Que entonces se puede esperar, cuando por ser vacaciones, en las calles, a los niños se les ve, ya no jugando, como antes, sino yendo a la tienda a comprar, precisamente, lo que les hace daño...
No hay que esperar a que el Gobierno solucione el problema; ni que nadie más lo haga. La salud física y mental de los hijos, es una responsabilidad propia; y depende de lo que se les dé de comer.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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