Rodrigo Paz será el nuevo presidente de Bolivia luego de vencer electoralmente al candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) creado por Evo Morales. Paz recibirá un país en recesión económica, crisis de combustible y no cuenta con divisas extranjeras para importarlo, padece una contracción económica del -2,40% e inflación acumulada del 18%. Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia en 2006 y se mantuvo allí hasta 2019 cuando una crisis política lo obligó a renunciar pues su tendencia era prolongar su mandato en busca de una cuarta reelección. Durante el primer periodo de Morales (2006-2010) la economía boliviana creció a un ritmo del 5% anual, también redujo la pobreza de la población y redistribuyó el ingreso. A partir del segundo periodo (2010-2014) empezaron los problemas económicos y aparecieron signos de desabasto de algunos alimentos básicos. Luis Arce, sucesor de Morales, también del MAS, entró en conflicto con su antecesor al que evitó presentarse de nuevo a elecciones, mientras la economía iba en franco declive. El sistema de salud único que Evo consiguió entró en conflicto institucional, las divisiones al interior de MAS debilitaron al Movimiento y sus promotores, muchos de los cuales habían ascendido al poder en condiciones económicas muy precarias, una vez conseguido su ascenso social por el engrosamiento de su patrimonio familiar, se olvidaron de los pobres por ya formar parta de la nueva burguesía boliviana.
Hurgando en el proceso de ascenso político de Evo Morales es posible encontrar similitudes con el de López Obrador, o mejor, descubrir que el boliviano fue uno de los modelos del vecino de Palenque en su búsqueda de la presidencia. Incluso se asemejan en su diseño de política internacional, pues aquel se acercó a Venezuela, Cuba, Irán, Nicaragua y Rusia. Quizás mera coincidencia, pero lo que actualmente observamos en México es preocupante por la excesiva concentración de poder al desaparecer los contrapesos de poder fraguados durante muchos años de evolución política. Preocupa, y comienza a permear en el imaginario colectivo el que México pudiera asemejarse, guardadas las proporciones, en lo político a Bolivia y en lo económico a Venezuela, país este que llegó a ser uno de los más ricos de Iberoamérica. |
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