En días pasados la circulación vehicular era la locura. Calles en reparación por todos los puntos geográficos de la ciudad, algunos de ellos álgidos para el tráfico de la capital. Ni modo. Sabemos que es el precio que tenemos que pagar los ciudadanos durante el periodo que duran los trabajos de la obra pública. El señor Ricardo Ahued quiere recuperar el tiempo perdido en el periodo anterior y embellecer la ciudad que, ciertamente, se lo merece.
El tráfico en Xalapa por lo general presenta ciertas horas con dificultades viales para circular, haya obra pública o no la haya. Es un problema que se generó por la sobrepoblación y las calles inadecuadas desde hace más dos décadas. A principio de los ochenta era un placer conducir por la ciudad, por sus calles angostas y empedradas, por sus subidas y bajadas, muchas veces húmedas por la neblina tan común de aquellas épocas.
Los que llevan muchos años al volante, seguro han recorrido miles de kilómetros. Las experiencias por toda la ciudad y en carretera les han enriquecido en sus habilidades de conductor pero también en sus conocimientos. Quizá sientan que conducir les reserva pocos secretos. Pudieran estar equivocados si no consideran que la rutina logra ser un condicionante de las habilidades y un creador de hábitos, algunos buenos y otros malos.
A propósito: ¿Usted reconoce sus hábitos perniciosos para conducir? El individuo que maneja lleva a sus espaldas la seguridad y la vida de quienes le acompañan, pero además el riesgo y la vida de quienes eventualmente cruzan su camino. Las manos libres al volante le darán la capacidad de realizar maniobras que pueden evitar un accidente. El uso del celular cuando se conduce es la causa de varios percances y pone en peligro la vida de todos. Guardar la distancia adecuada, mirar los tres espejos constantemente, son hábitos saludables para el buen conductor.
Pueden llegar a ser costumbres o hábitos peligrosos el no respetar el uno por uno y pasar con la luz roja o ámbar. Querer ganar el paso, echando prácticamente el vehículo encima del otro y rebasar por la derecha. Tampoco es buena idea estacionarse en lugares prohibidos o aquellos indicados en los señalamientos de tránsito. Ni estacionarse en doble fila o tratar de meterse hasta adelante en la fila, sin respetar a quienes guardan su tiempo y permanecen ordenados y a la espera.
Las motocicletas son un caso aparte y representan un problema serio en el que concurren la importancia que le concede el automovilista y las pericias del atrevido conductor de la moto. El chofer de un carro debe respetar al motociclista como un vehículo más en la vía, pero éste debe respetar las reglas de tránsito y cuidar de su
vida. Algo singular es el genio y el carácter de la persona que aflora tras el volante. ¡Y vaya que algunos tienen muy feo carácter!
Algunos amigos manejan como locos, de prisa, nerviosos, sin precaución, como si la vida retoñara o fueran a recibir una cuantiosa herencia. Es una pésima decisión manejar agresivamente, a la ofensiva, no usar las luces direccionales o intermitentes para señalar los cambios de carril, la vuelta o la baja de velocidad por alguna razón (una ancianita cruza la calle, un auto se atoró, etcétera).
También pueden representar un problema las imprudencias en el paso de vehículos grandes y los que entregan todo tipo de mercancías en las tiendas. El cansancio y la fatiga, el estrés, las distracciones, el uso de anteojos cuando son necesarios, problemas de salud, la lluvia pertinaz, condiciones climatológicas extremas, son factores a tomar en cuenta. Las fallas mecánicas de la unidad de quienes no le dan mantenimiento al vehículo. El paso a taxistas, que siempre andan de prisa. Reconocer que la culpa no siempre es del otro. Bueno, el espacio se agotó. Hasta la próxima.
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