Tradicionalmente hemos sabido, no sin alarmarnos, que los chinos se comen a los perros, con toda la naturalidad de mundo y sin ningún rubor. Parece que hasta tienen un festival anual dedicado a matar y a comerse al cuadrúpedo que muchos conocemos y apreciamos como “El mejor amigo del hombre”. Esa costumbre pagana a nosotros en nuestro continente nos horroriza, de tan solo tener que pensar en matar a nuestras amadas mascotas para saciar el hambre. O que Alguien más lo haga con este mismo propósito o cualquier otro.
El punto es que ya en nuestro continente han comenzado a atentar contra la vida de los perros para satisfacer el apetito. Circuló profusamente en las redes sociales y en los medios de comunicación el pasado fin de semana, el caso de un hombre que mató, descuartizó y cocinó a un perro para comérselo en Venezuela. Un país agobiado por la crisis económica propiciada por un gobernante autoritario, falto de oficio para gobernar y muy dado al populismo para tratar de resolver los graves problemas por los que atraviesa ese otrora poderoso país petrolero.
Las políticas públicas mal aplicadas en materia económica y la sordera y necedad de Nicolás Maduro están hundiendo a este país en el precipicio y hoy se están viendo estas escenas inimaginables para muchos de nosotros en este nuevo siglo.
Lo que provoca la política cuando no se maneja adecuadamente. Vaya ahora hasta los pobres perros estarán pagando las consecuencias.
Lo bueno que en México no tenemos ningún gobernante o aspirante que conjugue las nocivas características que encierra Nicolás Maduro.
Hasta donde yo se.
Porque es de suma importancia aprender de las lecciones ajenas.
Bueno ya en 1970 al 76 vivimos una experiencia populista y de despilfarro y desorden con Luis Echeverría Álvarez, con su lema “Arriba y Adelante”, lo importante es que con el paso del tiempo se corrigió el rumbo, no sin cometer algunas equivocaciones y yerros, pero ahí la llevamos con la impunidad oficial, el autoritarismo y las “reformas estructurales” que no terminan de reflejarse en el bolsillo de los mexicanos.
Pero a Dios gracias no llegamos aun al extremo de matar a los perros para saciar el hambre.
Eso si está muy cabrón. |
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