Hace casi dos años, al final de tormentoso sexenio de Javier Duarte las circunstancias estaban dadas para que cualquier personaje-cualquiera- que no estuviese ligado a Fidel Herrera y el propio Duarte llegase a la gubernatura. Si de algo estaba hasta la coronilla la población era de los latrocinios, del nepotismo, de las “barbies del poder” y más que nada del indiscriminado saqueo que habían llevado a cabo con las arcas de Veracruz hasta dejarlo en la bancarrota.
Y apareció en escena Miguel Ángel. Que hay que reconocerle el merito fue el único que tuvo el valor para levantar la voz y señalar los excesos y los latrocinios de Fidel y de Javier Duarte, cuando estos estaban en “La plenitud del pinche poder”. El choleño hay que decirlo también, es un tipo inteligente y muy “echado para adelante” pero desde siempre lo pierden las vísceras y estalla con facilidad bajo la premisa de que “Si no estás de acuerdo conmigo, estas en contra de mi” y para ejercer la función de gobernar desde tiempos antiquísimos sabemos que hay que dominar a plenitud el arte de “saber tragar sapos y sin hacer gestos”, en fin que sin conocer el significado de la palabra humildad, hizo su campaña ,prometió muchas cosas y ganó, sin reconocer, sin advertir, que mucha gente no votó en especifico por su persona. Votó por el instrumento en que se había convertido Miguel Ángel para arrebatarles el poder a toda la banda de saqueadores que encabezó Javier Duarte. Pero no hubo quien se lo dijera.
No hubo quien se atreviera a decirle tal verdad, porque los viejos amigos y colaboradores de antaño la mayoría ya no estaba. Se alejaron de él por sus continuos arrebatos de ira y sus humillaciones. Y se rodeó de puros chamacos, amigos de los hijos y con ellos pretendió gobernar un estado con más de 8 millones de habitantes y uno de los más politizados de país.
Se convirtió en lo que tanto criticaba y odiaba. Se creyó un Mesías, pensando equivocadamente que él y su descendencia eran los únicos que podían gobernar este estado.
Guardadas las proporciones del caso, le pasó lo que al extinto Fidel Velázquez Sánchez el sempiterno líder de la otrora poderosa CTM, al que nadie contradecía y muchos le temían y el día que murió todos sus colaboradores pasaban frente a su ataúd e inclinaban la cabeza, Pero nadie se atrevía a decirle a Don Fidel… que ya estaba muerto.
Se obsesionó a tal grado con el poder que pretendió heredárselo a uno de sus hijos. Y eso nadie se lo discute, es encomiable, porque todos somos padres y queremos, deseamos lo mejor para nuestros hijos.
Quizá otra seria la historia si hubiese escogido otro candidato y no su propio hijo. La naturaleza del veracruzano pudo haber respondido de otra manera.
Y si por lo menos, se hubiese despojado de esa actitud arrogante y soberbia que siempre le ha causado problemas, “Otro gallo le cantaría”, y lo que lo que son las cosas;
El próximo 1 de diciembre él se va y cosechará todo lo bueno o malo que haya sembrado en Veracruz a lo largo de estos dos años y…
“El viejo loco, demente y el orate”, como él lo le llamaba a “Ya sabes quién”, se entronizará como Presidente de la República.
A la mano viene un pensamiento de Don Fernando Gutiérrez Barrios, quien también gobernó Veracruz por dos años y salió con un alto grado de aceptación popular;
“Si el pueblo dice que es de noche…Así sean las doce del día…hay que encender las farolas”.
Lo malo para Miguel Ángel es que el tiempo cuando se pierde… es lo único en esta vida que ya no se puede recuperar…
Quizá a su mente vengan el primero de diciembre las estrofas de la canción; “La barca en que me iré… lleva una cruz de olvido y en esa cruz me iré”. |
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