Quizá por segunda o tercera ocasión en cuarenta y cinco días la imagen promocional del precandidato José Antonio Meade sufre de cambios o relanzamientos; en un inicio el formato de ciudadano no priista o -dicho de otra forma- el háganme suyo a los priistas parece que no fue suficiente para despegar. Sobreactuado al presentarse disfrazado de indígena o solo en el aeropuerto esperando vuelo como cualquier mortal.
En ceremonias de presentación ante los sectores fuertes del PRI, igual, no impactó a nadie, ni siquiera a los mismos miembros activos del PRI.
Luego haciendo uso de su esposa como imán de atracción, la señora Juana Cuevas efectivamente es más efusiva, transparente, agradable y habla con mejor determinación; no como un expositor de contabilidad. A la señora Cuevas desde la primera entrevista en televisión pudo transmitir la emoción de ver a su esposo como precandidato presidencial, se volvió creíble y útil para los fines de la precampaña. Pero -oh sorpresa- exponerla seleccionando alimentos refrigerados en un supermercado completamente sola con un carrito vacío y -lo peor- que esta exposición se haya dado por Joaquín López Dóriga, quemaron el cartucho, subrayaron las deficiencias de José Antonio Meade.
A quién se le ocurre que López Dóriga sea un vehículo efectivo, creíble, auténtico, otro cartucho quemado.
Su discurso en los inicios de precampaña hace énfasis en su formación impecable técnicamente, su capacitación profesional, los antecedentes de cinco secretarías de Estado, en fin, un pasado que lo atropella al mismo tiempo. Ataca con pocos elementos. Meade no convence, no emociona, no logra que le compremos la idea de ser el mejor candidato pues la estrategia de enfocar su energía en contra del señor López o Anaya es intrascendente.
En otra fase de precampaña subieron al escenario a dos rudos jugadores; Ochoa Reza y Javier Lozano, con todo el andamiaje que les dan medios de comunicación a modo. En dos ocasiones, dos días seguidos Ochoa Reza consumió minutos al aire con José Cárdenas para golpear al señor López, igual sin resultados. Me pregunto cuánto beneficio creerán haber obtenido con la contratación de Javier Lozano al primer circulo de Meade, ¿cómo habrá sido visto por los priistas dicha adquisición?
Al parecer en medios se están convenciendo de cambiar la estrategia, silenciaron a Lozano, Ochoa Reza e incluso a Aurelio; la nueva promoción hoy es en tono conciliador, dejar atrás el tono beligerante, pues si, si no les hizo remontar en las encuestas; la nueva imagen de Meade ahora es conciliar, ser el candidato pacificador, amable y conciliador.
En el tema de la corrupción hoy propone incautar bienes y efectivo al crimen organizado, homologar leyes, crear sistema de inteligencia, fortalecer policías y combatir la desigualdad; acaso eso no se ha tratado de hacer y si se ha propuesto por otros personajes de la sociedad porque hasta ahora las retoma Meade y no las intentó aplicar o proponer a las anteriores administraciones en las cuales fue un primerísimo Secretario de Estado.
Una vez más tropieza, se da un balazo al pie; sin embargo no todo es malo para él. En la visita a Cancún Meade comenzó a hablar de los políticos corruptos y su deuda con la justicia, cenó y saludó a varios políticos quintanarroenses entre ellos el ex Secretario General de Gobierno de Roberto
Borge Angulo -ex Gobernador de Quintana Roo- éste fue detectado, de inmediato detenido y puesto a disposición de la Fiscalía. No todo es malo pues para Meade ya que esta sirviendo como anzuelo de captura en un mar revuelto y contradictorio que rebosa en corrupción. Pero ¿Así creerá que los priistas lo puedan hacer suyo? O no se imagina el tamaño de deuda social que su amigo Enrique Peña Nieto esta heredando a México.
La reciente visita a Cancún de Meade dejó una interesante lección que resume y contextualiza su precampaña.
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