Resulta que el pasado día lunes 25 de marzo del año en curso, el Presidente Constitucional de México, Andrés Manuel López Obrador, le hizo una sorprendente petición al rey de España, Felipe VI y al Papa Francisco: pedir perdón, literalmente, a los pueblos originarios mexicanos por todos los abusos cometidos durante más de dos siglos de conquista española. Dicha petición fue hecha mediante dos cartas enviadas por el propio mandatario: “Envié una carta al rey de España y otra carta al Papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como Derechos Humanos [...] Hubo matanzas, imposiciones. La llamada Conquista se hizo con la espada y con la cruz” (BBC, 25/III/19). Poco tiempo después de que fue emitida tal petición, el Gobierno de España respondió con un comunicado en el que expresó su desacuerdo por la publicación de la carta, además de “rechazar con toda firmeza” el contenido de la misma.
He aquí la respuesta del Gobierno Español: “La llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva, como pueblos libres con una herencia común y una proyección extraordinaria […] El Gobierno de España reitera su disposición para trabajar conjuntamente con el Gobierno de México y continuar construyendo el marco apropiado para intensificar las relaciones de amistad y cooperación existentes entre nuestros países, que nos permita afrontar con visión compartida los retos futuros” (BBC, 25/III/19).
Pero López Obrador fue más allá ya que según él, hasta el año de 2021, se podrá superar las diferencias debido a que se conmemorarán 500 años de la caída de Tenochtitlán. Pero no solamente AMLO solicitó el “perdón” por parte del Gobierno Español, sino que también se comprometió a pedirlo en ese mismo año ya que reconoció que “después de la Colonia hubo mucha represión a los pueblos originarios” de ambos países, destacando las imposiciones de las cuales fueron víctimas tanto el pueblo Yaqui como el Maya durante el porfiriato.
Y como siempre sucede en las redes sociales, al Presidente le llovieron todo tipo de comentarios por su acción. Así como hubo personas que se mostraron a favor de la determinación, fue evidente que la gran mayoría de internautas expresaron su rechazo por una disculpa que consideraron fuera de lugar. En mi opinión como analista de la sociedad, considero innecesaria la petición del mandatario respecto a un acontecimiento que tuvo lugar hace más de 500 años, y que aunque modificó nuestra historia como pueblo mexicano debido a las imposiciones que sufrieron los pueblos mesoamericanos, fue un periodo histórico que ya sucedió hace no pocos siglos. Por eso reitero que no podemos seguir estancados en el pasado, esperando disculpas que no tendrán una repercusión profunda en las relaciones
internacionales de México. Porque si realmente nos ponemos a analizar todas aquellas cosas que hasta el momento tenemos gracias a la conquista, hasta nuestro propio idioma salimos debiendo, con todo y los modismos tan característicos de nuestra cultura. En todo caso, si es que realmente queremos que no pisoteen nuestra memoria histórica, que sea el propio mandatario quien les exija una disculpa pública a aquellos exmandatarios que tanto daño le han hecho a la sociedad mexicana actualmente, como el un día prófugo Javier Duarte.
Sé de antemano que López Obrador es un fanático de la historia nacional, por lo tanto me imagino que dicha afición influyó notablemente en tan descabellada petición, pero no estamos para saciar fanatismos, ni aunque se trate del propio Presidente de la Republica. Por eso en ese sentido creo que AMLO se equivocó rotundamente al redactar y enviar las cartas del “perdón” a estos personajes. Pero como más adelante lo expondré, tampoco nos rasguemos las vestiduras, ni visualicemos escenarios fatalistas en donde el único perdedor como siempre es este país. Dicho de otra manera; minimicemos al máximo aquellos periodos históricos incomodos e injustos, y demos paso a una nueva interpretación histórica en donde el pasado no avergüence ni condicione.
Pero no todo fue negativo desde mi punto de vista, ya que aunque una disculpa pública en pleno siglo XXI por la conquista española resulta irrisoria, pone sobre la mesa la intención que tiene el mandatario por incentivar la conciencia histórica que tanta falta le hace al pueblo de México. Es muy importante saber de dónde venimos para así poder comprender cómo llegamos hasta este punto. Para eso, el periodo de la Nueva España es un pasaje obligado que todos por igual tenemos que conocer. El problema aparece cuando ni siquiera en educación básica se incentiva a conocer esta parte de nuestra historia; en donde fuimos colonizados, esclavizados y posteriormente adoctrinados.
Por eso muchos jóvenes de ahora no tienen ni la más mínima idea siquiera, sólo por mencionar un ejemplo, de que la religión católica fue una de tantas imposiciones a las cuales hago referencia. Y aclaro, no estoy diciendo que tal religión no se deba de profesar, sólo sostengo que hace cientos de años fue impuesta a la fuerza a los indígenas de este país. He ahí el principal objetivo que creo yo, tiene el Presidente con la petición de una disculpa pública. Dicho lo anterior, tampoco dramaticemos con tal decisión, al punto de poner en duda la relación entre ambas naciones, porque créame que no es para tanto.
Mejor desarrollemos esa conciencia histórica que actualmente se encuentra por los suelos. Propongamos estrategias para que los mexicanos conozcan su pasado y no juzguen su presente por meras creencias y suposiciones personales. En pocas palabras; superemos ese afán de escandalizarse y hacer una tempestad por pifias que si bien resultan desafortunadas, no repercuten profundamente en el tejido social tan fracturado que tenemos. Expresemos nuestro descontento y prosigamos, que si seguimos enfrascándonos en el pasado estaremos condenados a repetir nuestra
historia, ignorando de nueva cuenta nuestra conciencia histórica que urgentemente necesita reivindicarse.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana. |
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