Por Edgar Hernández*
¡El tamal quedó listo!
Cuando lea usted estas líneas en las instalaciones del Tribunal Superior
de Justicia, se estará conformando un “mini” pleno conformado por los
magistrados titulares de las ocho salas –Alejandro Hernández, Marco
Antonio Lezama, Patricia Montelongo, Cecilia Castañeda Palmeros,
Amadeo Flores, Lizbeth Hernández y Gilberto Bello-, cinco de los cuales
ya recibieron línea de por dónde irse para entregar la silla del Poder
Judicial a la recomendada del gobernador.
Y aunque de manera tradicional a cada cambio del magistrado presidente
del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, se pide
el punto de vista del ejecutivo, persiste el respeto a la autonomía e
independencia del Poder Judicial.
Hoy, sin embargo, las reglas de juego cambiaron. La orden es vertical,
categórica y determinante de parte de la Secretaría General de Gobierno.
Se acata aunque la falta de higiene política sea el denominador común tal
como sucedió con la designación de una empleada de bajo rango de la
Secretaría de Gobierno, Verónica Hernández como Fiscal provisional,
luego del atropello jurídico cometido contra el culpable de todas las
desgracias de Veracruz –según Cuitláhuac- Jorge Winckler, un abusivo
del poder al que se le pagó con la misma moneda, pero…
Valió sombrilla el cuidado de la forma y el fondo en ese despojo
atentatorio a la autonomía de la Fiscalía General de la República.
La misma dinámica del “pega y corre” se dio en días pasados con el
diputado José Manuel Pozos, presidente del Congreso del Estado, echado
a patadas de la Mesa Directiva por instrucciones del gobernador, quien
más hizo caso a las intrigas de su cercano Eric Cisneros, que a la
legalidad y respeto legislativo.
Pozos venía tejiendo su circunstancia producto de su experiencia, lo cual
lo colocó en el afecto del presidente López Obrador… y eso ya no gustó.
En sorpresiva votación se le derrumbó su espacio poniendo a un bulto en
su lugar, trabajo perfecto.
Y lo mismo habrá de suceder con el respaldo ciudadano en favor del
doctor Francisco Berlín, indiscutible merecedor de la medalla “Adolfo
Ruíz Cortines”, al desdeñar la voz ciudadana y desde la Secretaría de
Gobierno, dar línea al Congreso para que se entregue el galardón a un
jalapeño que nunca vivió en Xalapa, nunca nada hizo nada por Veracruz,
pero que es amigo reconocido de AMLO por sus servicios prestados en la
Marina.
Para el Poder Judicial, hoy queda claro que irá al cesto de la basura el
proyecto de mejoramiento del Poder Judicial propuesto por Yolanda
Cecilia Castañeda Palmeros, quien ha insistido en el respeto a la
autonomía el “otro poder”, de su independencia y de dejar en manos de
gente de experiencia a quien toma decisiones de vida.
La magistrada ha insistido en que “el Poder Judicial únicamente debe
estar sometido al imperio de la ley y a su interpretación jurídica de
normas, principios, valores y derechos”.
Sus operadores, jueces y magistrados, deben actuar de manera ética y
digna, desvinculados de simpatías y antipatías “y que los servidores
judiciales sean distinguidos por su honorabilidad, capacidad profesional y
académica y que actúen con honestidad y rectitud, con pleno
conocimiento de la ciencia jurídica y una sólida carrera judicial”.
Y que los magistrados recién nombrados vayan adscribiéndose a las salas
conforme su experiencia y trayectoria, no por la fecha de nombramiento,
ya que hay quienes dicen que “llegan a aprender”.
Con estas definiciones del proyecto de fortalecimiento del Poder Judicial,
queda claro porque la magistrada Yolanda Cecilia está imposibilitada.
Está impedida por su talento, experiencia y honestidad.
Hoy, como desde el arranque de la actual administración, cobra vigencia
el “Principio de Peter”, o principio de incompetencia de Cuitláhuac
García, que es el síndrome que invade a quien aspire a entrarle.
Su gobierno se ha caracterizado por la mediocridad de sus equiperos, por
su ausencia de probidad, eficiencia, experiencia y esa nimiedad que se
llama presencia ya que para ser hay que parecer.
En este espacio nos quedamos con la admonición de la aspirante Yolanda
Cecilia Castañeda Palmeros, quien afirma:
“Yo admiro a quienes comienzan como generales, sin haber sido soldados
rasos, con la necesidad de andar mochila al hombro dejando hijos,
familia, matrimonio y la estabilidad de un hogar, pero desconocen la
labor dentro de los juzgados, es como comenzar a leer un libro en los
últimos capítulos, o bien ver una película en su parte final”.
Esa es la tragedia del Poder Judicial.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |
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