La instrucción, y peor aún, la sumisión, siguen generando indignación entre la población, por la importación de funcionarios de la CDMX y de Tabasco, para que se hagan cargo de “gobernar” Xalapa, de “administrar” los recursos públicos. Partiendo de una expresión popular que se oye en la aldea, por aquello de: “en lo poquito se ve lo bastante”, los xalapeños se plantean, si en caso de que Morena llegara a ganar la gubernatura de Veracruz, el gabinetazo podría estar integrado por:
Secretario de Gobierno, Manuel Bartlett Díaz.
Secretario de Finanzas, Gustavo Ponce Meléndez –El apostador de las Vegas-.
Secretario de Salud, René Bejarano Martínez -“El señor de las ligas”-.
Secretaria de Desarrollo Social, María de los Dolores Padierna Luna.
Secretario de Educación, Adolfo Mota Hernández –volvería, no regresaría, lo que se llevó con Javier Duarte-.
Secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Carlos Ahumada Kurtz.
Secretario de Protección Civil, Carlos Imaz Gispert –el otro “señor de las ligas”, en aquel tiempo esposo de Claudia Sheinbaum, aspirante al gobierno de la CDMX-.
Secretario de Seguridad Pública, Luis Costa Bonino.
Contraloría General, Gabriela Cuevas Barrón.
Y por ahí se la llevarían.
Eso de: ¡Todos son un bola de pecadores, menos nosotros! Una vez más fue echada abajo con la intromisión indebida, por la imposición irracional de fuereños en el ayuntamiento de la capital veracruzana.
No deja de retumbar en el oído de la población el desprecio a su gente. Fue humillante para los xalapeños escuchar que en Xalapa no hay gente que tenga el perfil para trabajar en la administración municipal.
¿Qué amor le pueden tener a Xalapa sujetos que únicamente vienen a manejar el dinero público?
¿Qué interés pueden tener estas personas completamente ajenas a la grave problemática que han padecido los xalapeños en los últimos 13 años?
Ninguna en lo absoluto.
En el arranque del ayuntamiento morenista quedó sepultada “La esperanza de Xalapa”. No hubo ninguna posibilidad de reclamar, exigir, ni inconformarse por las arbitrarias imposiciones traídas de otras entidades.
Las innumerables promesas escuchadas durante la pasada campaña para la alcaldía quedaron en eso, sólo en promesas, cual seductor explota con toda la fuerza de los encantos el enamoramiento.
Se vuelven a escuchar y seguirán escuchándose más promesas en el actual proceso electoral y los posteriores. Reaparecen las poses fingidas, expresiones de humildad, de preocupación por la población.
Nadie enamora a pedradas. Menos a los electores. Ni que dudarlo.
rvazquez002@yahoo.com.mx |
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