Es definitivo y no hay forma de negarlo: en Veracruz se percibe una “crisis de Estado”, cuyo origen puede ser atribuible a la falta de dirección, carencia de capacidad o ausencia de voluntad política, por cualquiera de estos motivos o por los tres en su conjunto, que mezclados, están causando estragos entre la población. Exactamente como ha venido sucediendo desde hace 14 años, las cosas en Veracruz siguen igual, la violencia recrudecida no ha dejado de ser noticia internacional. La “percepción de inseguridad”, en la realidad está acabando hasta con la vida de inocentes bebés que caen abatidos por las ráfagas accionadas sin piedad alguna.
Estamos viviendo una época como si nos encontráramos embarcados en aventuras de ingeniería constitucional. En los casi cinco meses de gobierno transcurridos, todavía no se asoma una pequeña luz de esperanza. Se escucha entre la población una vez más: ¡Estábamos mejor cuando estábamos peor!
Si bien el combate a la violencia requiere una estrategia bien planeada -que hasta el día de hoy no la ha habido-, va a llevar tiempo en que se presenten los resultados que todos deseamos. Ahora se confirma que era utopía pura: “La violencia se va a acabar a partir del primer día de mi gobierno.
Pero hay situaciones que se vuelven a presentar en la entidad veracruzana, que no deberían estar sucediendo, que no hay motivo alguno para que se repitan hechos extremadamente repugnables, por lo indolente e inhumano que significa dejar en el abandono a inocentes enfermos de cáncer, por un injustificado desbasto de tratamientos de quimioterapia.
Sería calificada como auténtica atrocidad que dentro de poco tiempo se haga público que el Gobierno del Estado de Veracruz cayó en subejercicio y que por lo mismo va a tener que devolver cientos o miles de millones de pesos a la federación.
Se ha vuelto ya una costumbre que los veracruzanos, enfermos de cáncer, o sus familiares, tengan que salir a las calles mes con mes a reclamar y a exigir a las autoridades estatales que les proporcionen los medicamentos indicados para combatir el padecimiento. El hecho de suspender o interrumpir el tratamiento provoca un atraso que puede agravar la enfermedad hasta orillarlos a la muerte
Los pacientes que llegan al Centro Estatal de Cancerología, CECAN, en la capital del estado, muchos de estos viven en condiciones de Pobreza Extrema, de Muy Alta Marginación. Como ya lo hemos comentado en este espacio, hay quienes en pleno invierno arriban a Xalapa con los pies descalzos; su abrigo es una desgastada toalla sobre la espalda. Son personas que no tienen recursos para acudir a alguno de los hospitales más caros del país, privilegio del que no se despojan los de la “austeridad republicana” de la 4T. Por lo tanto, los enfermos de cáncer del CECAN no son fifís, ni conservadores, tampoco pertenecen a la mafia del poder. No hay razón para despreciarlos, para abandonarlos.
¿Qué está sucediendo?
¿Falta de capacidad, carencia de dirección, ausencia de voluntad política?
rvazquez002@yahoo.com.mx |
|