Las redes sociales comenzaban a sacudirse, a llenarse de dolor y sangre. Una periodista, María Elena Ferral Martínez, había sido cobardemente baleada por la espalda, en Papantla, por unas hienas criminales. Llegó al hospital y todo era confusión. Grave llegaba, muerta saldría. Un par de periodistas dieron la nota, erróneamente, de que estaba muerta, lo que dio pie a que el gobernador camorrero de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, culpara a la prensa de atacar a su gobierno, cuando debió haber partido a la escena del atentado y a auxiliar a la reportera y familia. Caía la tarde noche y los periodistas, desde López Dóriga al más modesto, en sus tuiters anunciaban el atentado, y luego la muerte, el fallecimiento. Dicen quienes la conocieron que era mujer buena, buena reportera y denunciaba al poder, a quienes desnudaba en sus columnas. Al ver su Facebook, uno se da cuenta que tenía adversarios que resultaron enemigos rudos para mandarla a liquidar. Por la espalda, como viles hienas cobardes. Murió y deja en la orfandad a dos hijos. Y ese día en Papantla y Poza Rica, las campanas doblaron en duelo, por ella, por todos los periodistas caídos en un estado de Veracruz donde matar periodistas ya es un hobby, y ahora ya no es culpa del Fiscal. Doblan las campanas por su familia, por el gremio, que está de nuevo en luto, doblan las campanas por ti, por mí, por todos nosotros. Pobre Veracruz. Descanse en paz, María Elena. Última hora: El gobernador de Veracruz asegura que este crimen no quedará impune. Ojalá.
TOMAR EL CODO PRESIDENCIAL
La escena del presidente AMLO en Badiraguato, cuando va a saludar a la mamá del Capo El Chapo, al retirarse de ella y cruzar dos palabras, el abogado del narcotraficante tomó del brazo al presidente, la mujer, que es del Estado Mayor Presidencial, una mujer preparada en Israel, le toca el codo al intruso y le pide retire el brazo, no tocar al presidente. Así lo marca el protocolo del EMP. El tipo volteó a verla, y le expresó una seña cómo de me vale gorro. Estaba en su territorio Cherokee, y allí solo ellos mandan, luego le echó la mano a la espalda, como grandes cuates. Rememoré la misma historia cuando el periodista Julio Scherer García fue invitado a comer a Los Pinos con el presidente Luis Echeverría. Al terminar comida, el presidente lo invitó a una caminata en esos bellos sitios de Los Pinos, cuando lo iban haciendo Julio tomó el brazo del presidente y un miembro del Estado Mayor Presidencial le dio tremendo manotazo, con la frase: “No toque al presidente”. Julio Scherer, encabronado volteó a ver a Echeverría, quien calmó al guarura. Solo le faltó el: “No toque al presidente, cabrón”. De eso me acordé, porque el mismo Julio lo platicó en uno de sus libros.
BRUTALIDAD POLICIACA
Comenzó a circular un video donde policías municipales de Orizaba, agreden y detienen y tiran al suelo y esposan, como si fuera un criminal, al doctor Joaquín Ramón Hernández González. Todo porque llegaba la grúa orizabeña y se quería llevar su auto. Tengo entendido que estos grueros son insaciables, se llevan un auto al corralón y la multa de arrastre es más cara que ir volando a París. No es culpa de Tránsito local, porque el delegado Rivelino, que tiene apellido de futbolista brasileño, es una gente consciente y no permite esos abusos. Es de los grueros, que tienen facultades para llamar a la policía y la poli, rapidito, llegó a servirle al patrón que en esta ocasión fueron los grueros y no la población. Un diario local, El Buen Tono, les rememoró aquella afrenta y crimen cuando ejecutaron a los hermanos Ernesto y Román Pérez González.
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