Cuando la ley se modificó y los que eran procuradores pasaron a ser fiscales, designados por el gobernador en turno y ratificados por los congresos estatales, el lio de la justicia se complicó. Antiguamente eran procuradores y entraban con el gobernador que ganaba y con él se iban al terminar su sexenio, o los años que estuvieran. Pero cuando se modificó, de 2016 en adelante, todo los fiscales fueron nombrados por el gobernador que llegaba y este normalmente iba a quedarse unos 7 o 9 años. Ocurría que el gobernador entrante, como ocurrió en Veracruz en el relevo de Cuitláhuac cuando terminó su mandato Miguel Ángel Yunes Linares, ya había un fiscal designado por varios años, llegó el nuevo gobierno y el fiscal olía a leña de otro hogar. Fue repudiado y le pidieron varias veces que renunciara, el hombre, Jorge Winckler, apegado a la ley se negó. Había presiones hasta del presidente AMLO para que se fuera. Era vejado y humillado, pues cuando entraba a las reuniones de seguridad, lo cachaban como si fuera un extraño y su seguridad, me imagino que algunas veces hasta fue desarmada. Había que irse en ese momento, porque cuando los vientos poderosos de palacio llegan en contra tuya, más vale decir aquí corrió que aquí quedó. No fue así. A Winckler no solo lo destituyeron, lo encarcelaron por el delito que se les antojó y aun purga cárcel, sin deberla ni derramarla, solo fue su tozudez de querer quedarse en el cargo y este gobierno es de venganzas y de muy mecha corta, pero me dicen quienes vienes que así los tratarán, los medirán con la misma vara que midieron.
EL MISMO CASO
Toco el caso porque en Morelos ocurrió lo mismo. Al fiscal Uriel Carmona le han complicado la vida, porque no es afín al gobernador del América, Cuauhtémoc Blanco. Quiso el destino que de entrada le abrieran un juicio político a su antecesor, Graco Ramírez, y el fiscal independiente se negó. De allí para acá le han hecho la vida pesada, con el apoyo de Morena y la 4T y de la Sheinbaum y la fiscala carnala de CDMX, a la que no quieren ni van a ratificar, y tomado un caso lo detuvieron y estuvo unos cuatro meses en la cárcel. Salió y volvió a su lugar. Las argucias legales le siguieron, lo perseguían como Sherlock Holmes a sus enemigos o como los sabuesos londinenses a Jack el Destripador, hasta encontrarlo. Como no le hallaron lio judicial, después de acusarlo casi de un feminicidio, le encontraron que al tomar posesión de fiscal de Morelos no había pasado la prueba del añejo, la de la confianza, y por ese caso, que es mucho menor y ya prescribió, lo desaforaron. Para qué quitarle el fuero, se preguntaban hasta los agnósticos, para destituirlo y encarcelarlo, pero les salió mal la jugada, como todavía esa argucias legal iba al Congreso estatal, en el Congreso del estado le dijeron nones, aquí no nos sumamos a ese linchamiento, y se rebelaron y colorín colorado, ese cuento ha terminado, por ahora, seguro que, como a Winckler, le buscarán otra argucia legal y terminarán destituyéndolo y encarcelado.
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