Las circunstancias de la vida pública obligan a tener mucho cuidado con el comportamiento en el desarrollo de las funciones y mucho más cuidado con las palabras y los dichos que se puedan pronunciar. Hablar en público siempre es un riesgo, cuanto más si no se cuida la claridad del mensaje o de los conceptos que se abordan.
Pareciera que hoy por hoy, en Veracruz se otorga poco cuidado a este asunto. Pareciera que, sin mayor reflexión, se expresan ideas y planteamientos sobre diversos tópicos, lo que más que formar opinión pública, genera ruido, diatribas, respuestas airadas o suposiciones equívocas que pueden escalar a otro nivel de desencuentro político o social.
En una entidad como la nuestra, donde la discusión pública y política está presente en prácticamente todos los espacios de la vida cotidiana y de convivencia, es menester ser aún más cuidadosos; tener presente que la construcción de un discurso no puede derivarse de la improvisación y mucho menos del estado de ánimo.
A la complejidad de los problemas que padecemos se debe responder con la construcción de políticas públicas que compongan nuestros derroteros diarios, en los que siguen enseñoreándose las dificultades, pero también es necesario establecer mensajes claros que, mientras llega la concreción de las políticas que impulsan la transformación ofrecida, muestren el rumbo por el que se transitará, con altura de miras, tolerancia y responsabilidad de lo que es el un ejercicio de gobierno para todos.
Los debates públicos que no alimentan percepciones sociales positivas, es decir, las confrontas estériles que no abonan al posicionamiento de expectativas sociales de un buen quehacer gubernamental, con el tiempo minan la credibilidad de que son posibles los cambios comprometidos.
No se puede ni se debe abusar de la buena fe social. No se puede ni se debe asumir que el bono democrático y de esperanza logrado en las urnas, es una
patente de corso para arrogarse el cinismo de despreciar las buenas maneras, la prudente contención.
Los errores cometidos deben aceptarse y corregirse con humildad, con la holgura que permite contar con expectativas sociales muy por encima de las conocidas en los últimos años. Si se requiere, habrán de hacerse los ajustes necesarios, comenzando con la forma de comunicarse con la sociedad; eludiendo declaraciones de confronta que pueden ser vistas como la irritación producida por la falta de conocimiento respecto del tema.
Requerimos de servidores públicos conocedores y serenos, que sepan que hacer pero que también sepan comunicar, informar, que apuntalen un gobierno solvente y fuerte para enfrentar los retos que habrán de sortearse para impulsar el desarrollo en un estado que, como el país, pasa por tiempos aciagos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En la lucha contra la inseguridad, la exigencia es simple, ¡coordínense!
Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com
twitter: @mquim1962
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