La administración estatal que termina, deja más lejana aún, la esperanza de un Veracruz mejor, distinto a las condiciones negativas en que se encontraba en el 2018. Ha sido esta gestión, incapaz de superar las prácticas que tanto se dijo críticamente que dieron origen a las condiciones de abandono que visiblemente postraron a la entidad, que enmarcaron muestras claras de arbitrariedad, impunidad, corrupción e incapacidad para un buen gobierno.
Se va una administración encabezada por un ejecutivo visiblemente incompetente para establecer un gobierno alternativo, ante lo tantas veces evidenciado como negativo de los anteriores, a uno diferente que mostrara, más allá de los discursos, del estribillo y la consigna, la capacidad para ofrecer y concretar planes y estrategias que lograra la transformación que ofrecieron.
Nada de lo ofrecido y comprometido ocurrió. Por el contrario, los pendientes se incrementaron, muchos de los problemas se profundizaron, la lista es muy larga y conocida por las y los veracruzanos que viven una cotidianeidad que trasciende la propaganda. Se puede mirar más allá de lo que ofrece el machacón discurso oficial o los programas sociales, la realidad desnuda la “misión cumplida” de un ahora ex gobernante orgulloso de su ignorancia, arrogante de su comportamiento déspota y autoritario.
La administración que se ha ido, ha mostrado de forma superlativa la pauperización del ejercicio público, las ofensas a la burocracia, la falta total de una planeación de sus acciones y responsabilidades, que no fuera la de establecer las condiciones para contar con los mecanismos de presión y control clientelar para los procesos electorales. Fuera de ello la nimiedad, la anomia como referente.
Cuitláhuac García y su gobierno es buena muestra de la irresponsabilidad, la banalización, las mentiras y la simulación basados en el estribillo de lo “inédito” de sus acciones: él como la mala copia de su personaje nacional de referencia que atravesó los límites de nuestra entidad y fue allá y acá el motivo de la risa y la mofa, un día sí y otro también.
Lo peor de la tragicomedia de su ejercicio administrativo es el abandono de Veracruz, la falta total de empatía para con una sociedad que no fue escuchada, que o bien fue maltratada o ignorada. El ejercicio de Cuitláhuac será el ejemplo de lo que no debe ser, representantes políticos y administradores públicos desvergonzados e insolentes que marcan los derroteros de millones. Los datos presentados de una gestión opaca, que no soporta una revisión real, con datos inventados, creados para el autoconsumo y la autocomplacencia de un gobierno fracasado.
Se ha ido y ha dejado un estado que dista mucho de la campaña de autoelogios millonariamente pagada. El nuevo gobierno tiene una vara muy baja que superar pero grandes retos que enfrentar en todos los órdenes.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Y como el dinosaurio, cuando despertamos el huachicol seguía ahí. Adulterada el 33% de la gasolina del país. La realidad vuelve a contradecir a las mentiras.
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