CUANDO FINALIZÓ el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa –concluido por Flavino Ríos Alvarado los últimos 48 días tras la licencia del nefasto ex Gobernante, ahora, en prisión por asociación delictuosa y lavado de dinero-, y una vez que el Fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, entregó la dependencia a pesar de haber sido nombrado por nueve años, por instrucciones del, entonces, mandatario Miguel Ángel Yunes Linares, se retiró ipso facto la seguridad tanto al ex Gobernador interino oriundo de Minatitlán como al ex Fiscal, muy a pesar de que la ley les facultaba a tener una guardia de seguridad debido a los cargos de alto riesgo ejercidos. Pero nada de eso ocurrió. Se trataba de devastarlos, dejarlos desprotegidos, y cada cual recurrió a sus propios medios para, medianamente, protegerse. En el naciente gobierno yunista le apostaron a la eternidad, olvidando que en cuestiones de poder todo es efímero, pasajero, y que los amigos son de mentira y los enemigos de verdad. Se sabían triunfadores con el encarcelamiento de Javier Duarte de Ochoa que, a decir verdad, se lo merecía como muchos otros colaboradores, aunque no todos, y el PAN usó el poder para avasallar a sus enemigos y hacer negocios con los amigos, como en el caso de José de Jesús Mancha Alarcón, el dirigente de ese instituto que no solo se convirtió en constructor sino en empresario periodístico, lo mismo que su familia más cercana, incluida su esposa y madre.
MANCHA SE había comprometido a hacer Gobernador a Miguel Ángel Yunes Márquez de la mano del Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares que, de entrada, se había peleado con cierta prensa que llegado el momento decidió no respaldar a su cachorro y apostarle al “cambio” que, finalmente, resultó más de lo mismo: un gobierno de traiciones que ve a los medios de comunicación como enemigos, pese a que siempre necesitó de éstos para llevar sus mensajes a la opinión pública debido a la cerrazón de los grandes consorcios. Yunes Linares se sabía ganador y usó el estandarte anticorrupción y el encarcelamiento de Duarte y de algunos duartistas para posicionarse en el ánimo social, algo que pudo haber logrado pero se distanció de muchos sectores, incluso de personajes que se la jugaron con él desde siempre, como Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, el afamado “chapito” que marcó distancia del yunismo cuando le impidieron contender por la dirigencia Estatal del PAN e impusieron, con todo el poder del Estado, a José de Jesús Macha, el cómplice, socio y solapador que ahora, tras el desconocimiento de su dirigencia por parte de los órganos electorales y la convocatoria a una nueva elección podría perder el próximo domingo ante el “chapito” que, por supuesto, de ganar la dirigencia estatal impediría que el candidato a la gubernatura en el 2024 sea Miguel Ángel Yunes Márquez. Este último, ahora se sabe, ya no se encuentra en el Estado lo mismo que el ex Gobernador y ex Fiscal Jorge Winckler ante el temor de denuncias, carpetas de investigación y consignaciones fast track (o vía rápida) que podrían llevarlos a prisión, a Yunes Linares por el asunto de las videocámaras de vigilancia mientras que a Winckler, por cualquier cosa. El asunto es sacarlo de la jugada y hacerle entender que el poder se ejerce, y aunque el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez sea un aprendiz de la política –en el buen sentido del vocablo-, en torno a su persona hay tiburones muy hambrientos que en una de esas hasta al propio mandatario se comen. Y es que en política nada cambia, salvo los actores, y aunque podría considerarse que los hombres de izquierda son inmaculados, lo cierto es que son tan humanos como cualquiera, y la tentación y ambición de mando los convierte en quimeras con aberraciones y desvaríos que los encauzan más hacia dictaduras trasnochadas que al ejercicio pleno y transparente del poder sin afectaciones de terceros.
FIDEL HERRERA perdió el piso, pero se contuvo porque Javier Duarte era como su engendro; Duarte no se contuvo y se fue contra la yugular de Miguel Ángel Yunes atendiendo, en principio, la recomendación del antecesor aunque, posteriormente, de mottu propio, a tal grado que un aprendiz de política como Duarte se puso a las patadas con un experto en la pelea callejera, marrullero y experto en estrategia como Yunes (aunque los años no pasan en balde), y al final ganó Miguel Ángel y perdió Javier. Los escenarios para el clan Yunes se tornaron positivos: pensaban gobernar no dos sino ocho y hasta 14 años, pues primero sería Gobernador Miguel Ángel Yunes Márquez, luego Fernando y, ¿por qué no?, hasta el encargado de los negocios Omar Yunes Márquez podría ser empujado a la gubernatura, por lo que de 14 años el mando se ampliaría a 20, y si para entonces uno de los nietos ya tenía la edad suficiente, el clan seguiría trepado en el Poder Ejecutivo por los siglos de los siglos…aunque algo falló.
LOS YUNES Linares-Márquez no contaban con el avasallamiento de Andrés Manuel López Obrador que hizo ganar hasta lo inimaginable, como en el caso Veracruz donde las cosas no van bien, por más que el Presidente quiera aparentar lo contrario, y si con la salida de Jorge Winckler y la llegada de la nueva Fiscal interina, Verónica Hernández Giadáns las cosas no mejoran, lo más probable es que haya cambios, no de Gobernador –porque eso no ocurrirá en todo el sexenio-, sino de los más cercanos, y acaso sea esta la oportunidad del Gobernante para recomponer muchas fallas, entre otras: 1.-Darle seguimiento a la investigación contra ex duartistas, pues empantanarlas abonaría al rumor de que la primera campaña de Cuitláhuac fue financiada en gran medida por Javier Duarte; 2.-Recomponer la relación con diversos sectores, entre estos los empresarios a quienes aún no les pagan –y acaso no les pagarán, aunque hay mecanismos para sobarles el lomo-; 3.-Dejar atrás la animadversión a los medios de comunicación, pues si bien no se quieren contratos o cochupos, si una relación sana basada en el respeto y, 4.-Sacudirse a algunas rémoras que si bien le ayudaron a deshacerse de Winckler Ortiz “momentáneamente” no son sanos para su gobierno, aunque esto último será más que imposible.
Y ES que lo peor sería seguir la misma estrategia de sus antecesores: sembrar enemigos por todas partes confiado en la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, ya que al pueblo se le puede engañar una vez, dos veces, pero no siempre. Tal vez como dicen por allí: -Ni te desgastes, el Gobernador no lee-, aunque como el flechador del Sol, seguiremos insistiendo y tal vez nunca lleguemos al astro rey con una ballesta, pero quizá en cada flechazo nos acerquemos más. O como decía el novelista y dramaturgo irlandés Oscar Wilde: “No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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