EN EL Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo menos 9 sacerdotes han sido asesinados: uno en 2019; tres en 2021; tres en 2022 -entre ellos los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en la sierra Tarahumara-, y dos más en 2023 pero, independientemente de ese registro, 10 presbíteros han sufrido atentados que, para fortuna de ellos, no les arrebataron la vida, aunque si resultaron con lesiones. Los Estados donde se han perpetrado las agresiones son: Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Guanajuato y Morelos, entre otros. De esa manera, queda claro, pese a la displicencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que la violencia en México no solamente ha dejado a víctimas mortales como periodistas, funcionarios del gobierno, activistas o defensores del medio ambiente, sino también a integrantes del clero, sea católicos o de otras creencias. Y aunque el caso más reciente correspondía a Javier García Villalfaña, párroco que fue localizado sin vida el lunes 22 de mayo de 2023 al interior de un vehículo en el municipio de Huandacareo, Michoacán tras ser agredido a balazos por sujetos desconocidos mientras circulaba por la carretera Cuitezo-Huandacareo, ahora se sabe que el Obispo Emérito de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza fue víctima de una desaparición forzada que a punto de costarle la existencia, en este caso un secuestro exprés durante 48 horas en el municipio de Jiutepec donde permaneció desaparecido cuando se desplazaba hacia el Estado de Guerrero. El prelado fue localizado con vida en el hospital regional de Morelos, luego de que los plagiarios lo trajeron por diferentes cajeros obligándolo a retirar fuertes sumas de dinero, en tanto le propinaban severa golpiza. Monseñor Salvador Rangel fue el obispo que negoció con los cárteles que operan en Guerrero para lograr una tregua entre ellos ante la violencia que azota a la entidad.
AHORA BIEN, el párroco Javier García Villalfaña, quien fue localizado sin vida el lunes 22 de mayo de 2023, había sido asignado un mes antes a la parroquia de Capacho, ubicada en el municipio de Huandacareo, Michoacán de acuerdo al Centro Católico Multimedial, pero al igual que en otras ocasiones, hasta el momento ese crimen sigue impune, pues no hay personas detenidas por su asesinato. Llama la atención que un día antes de la muerte de García Villalfaña, el sacerdote Faustino Armendáriz Jiménez -arzobispo del estado de Durango- fue agredido con un cuchillo en la catedral de la entidad al término de una misa. Aunque logró salir ileso, otros religiosos no han logrado sobrevivir a los ataques que han sufrido, entre otros, José Martín Guzmán Vega que fue asesinado en el Ejido Santa Adelaida, ubicado en el municipio de Matamoros en Tamaulipas el 22 de agosto de 2019. De acuerdo con reportes de la Procuraduría General de Justicia estatal, un individuo desconocido irrumpió en la parroquia Cristo Rey de la Paz y apuñaló al presbítero.
DURANTE 2020 no se reportó ningún religioso asesinado, pero al año siguiente, en 2021 se contabilizaron tres. El padre Gumersindo Cortés González -miembro de la Diócesis de Celaya en Guanajuato- fue la primera víctima de ese año. Su cuerpo fue localizado sin vida el 28 de marzo y presentaba huellas de violencia, según la Fiscalía estatal. Desde la mañana del día anterior, el clérigo fue reportado como desaparecido. Tres meses después, el 12 de junio de 2021, un misionero católico identificado como Juan Antonio Orozco Alvarado perdió la vida durante un fuego cruzado entre dos grupos criminales en los límites de Zacatecas y Durango. La víctima -de 33 años- pertenecía a la Provincia Franciscana de los Santos Francisco y Santiago en México. Se presume que el enfrentamiento habría sido entre Cárteles de Sinaloa y Jalisco.
POR SU parte José Guadalupe Popoca Soto -párroco de San Nicolás de Bari, en Zacatepec, Morelos- fue asesinado a finales de agosto de 2021 cuando se encontraba en su habitación de la casa parroquial. Se determinó que la causa de muerte fue por una lesión provocada por un disparo de arma de fuego a la altura de la extremidad cefálica (zona cercana a la cabeza). Su cuerpo fue localizado en la mañana del día siguiente por vecinos de la zona, pero su camioneta Jeep Patriot 2011 que solía conducir no fue encontrada en el lugar. Seguridad Pública de Morelos dijo no tener conocimiento de que el párroco Popoca Soto haya sido amenazado. El 17 de mayo de 2022 se registró el primer religioso asesinado ese año. Se trataba del sacerdote José Guadalupe Rivas, quien había sido reportado como desaparecido tres días antes. Su cuerpo fue localizado en un rancho ubicado en Tecate, Baja California, junto a otro hombre que presentaba huellas de violencia. Además de sus labores religiosas, Guadalupe Rivas era presidente de la Casa del Migrante. Un mes después, el 20 de junio, se reportó el caso más mediático del año. Y es que los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora fueron asesinados en un templo de la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique en Chihuahua. En aquella ocasión, sujetos armados perseguían a un guía de turistas -identificado como Pedro Eliodoro-, quien para resguardarse buscó ayuda en el centro religioso. Sin embargo, tanto los sacerdotes como el guía turístico fueron atacados a balazos y sus cuerpos fueron sustraídos posterior a su ejecución. Los hechos llegaron hasta el portal de noticias del Vaticano, lo que generó la indignación de asociaciones civiles y religiosas. Las autoridades identificaron al presunto responsable como Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, un líder criminal del grupo “Gente Nueva” en Chihuahua. En marzo del 2023 se dio a conocer que el cuerpo de dicho sujeto fue localizado sin vida en Choix, Sinaloa, luego de que se ofreciera una recompensa de 5 millones de pesos por información que llevara a su captura.
POR TODO lo anterior el Consejo Episcopal Mexicano Católico Romano ha hecho un llamado al gobierno de México para revisar las políticas de seguridad en el País, porque ha sido de tal magnitud la violencia contra los clérigos que, en 2021 Jesús Alfredo Gallegos Lara, un sacerdote de Michoacán conocido como El adre Pistolas, indicó que los feligreses deberían portar armas de fuego ante la inacción de las autoridades. Ante ese contexto de violencia e inseguridad, el director del CEM comenta que los feligreses deben estar más cercanos que nunca a sus sacerdotes, pues muchos de ellos han fallecido cuando estaban solos o cuando iban de regreso a sus casas. Hacerles sentir que la feligresía está con ellos en cualquier momento, ponerles atención, compartirles un número de teléfono al que puedan llamar en una situación de riesgo, hacer que ellos se sientan acogidos, protegidos, albergados por la comunidad y, concluye: “Tenemos que estar unidos, protegiéndonos en este tipo de situaciones que, por desgracia, día con día, carcomen a nuestras comunidades, familias y sociedad. El párroco es parte de ello”. En fin, en México ya no se respeta ni a los representantes del Clero, y eso bien podría ser un parámetro de la realidad que se está viviendo en el País, pese a que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tenga otros datos, en tanto sigue abrazando a la delincuencia, a la que no se le toca ni con el pétalo de una rosa. OPINA carjesus30@hotmail.com
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