Es buena señal la invitación de la gobernadora Rocío Nahle a los alcaldes del PRI para reunirse con ella, porque expresa cabal congruencia con el buen sentido de todo gobierno sensible a la discrepancia, esto es, gobernar para todos. Ese gesto de genuina civilidad política, que en cualquier sistema democrático es un lugar común, resulta sorprendente porque no es un síndrome inherente de la forma en cómo se conducen los gobernantes emergidos de MORENA, apegados ortodoxamente a la cerrazón que López Obrador impuso a su modelo de gobernar: cero dialogo con la oposición, duro contra los “neoliberales” “hipócritas”, “cínicos”, porque “nosotros no somos iguales”.
La gobernadora Rocío Nahle da un giro sorprendente al mostrar un estilo de gobernar disímil al que caracteriza a los gobiernos cuatroteistas. Con ese gesto de sensibilidad política, de apertura democrática, se reinaugura en Veracruz- así se espera- una etapa de apertura al diálogo en la diversidad, se deja atrás la cerrazón política, ese absurdo posicionamiento de secta que caracterizó al desgobierno de Cuitláhuac García en su desmesurado afán de copiar aberrantemente a su mesías, así nos fue a los veracruzanos y a Veracruz. Pero no solo a Veracruz, porque simbióticamente también afecta al gobierno veracruzano sucesor, que carga con la pesada herencia, empaquetada en grueso expediente: un sector agropecuario al margen del avance tecnológico, un sector salud en la inopia, una infraestructura carretera en el abandono, con la inseguridad pública al tope y el enigmático monto de una deuda pública inexplicablemente aumentada. Por cierto, los alcaldes fueron acompañados por la diputación local, con Héctor Yunes al frente, y por el dirigente estatal del PRI, en cuyo subconsciente, según se aprecia, parece estar bien arraigado el discurso de la presidenta Sheinbaum, pues repitió frases casi textualmente: “estamos dispuestos a trabajar, juntos, unidos y coordinados, no en sumisión, sí en coordinación”. Solo faltó que hiciera alusión a la soberanía, pero ese es un dato cultural que no tiene la menor importancia frente al significativo ademán político de la gobernadora. Ojalá así sea. |
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