Durante muchos años, y acentuadamente en su mandato presidencial, Andrés Manuel López Obrador fue prolijo y prodigo en calificativos imputados a la alianza integrada por el PRI y el PAN, la sintetizó como PRIAN desde la década de los años noventa del siglo pasado. Puso la corrupción como un fenómeno inherente al PRIAN, durante sus mañaneras lo escuchamos atribuir calificativos contra sus adversarios, de corruptos no los bajó, tampoco de cínicos y de hipócritas, fue mordaz hasta el insulto, nunca se había escuchado un lenguaje presidencial tan vitriólico, obviamente, esa fruición por el lenguaje caustico difería drásticamente de la mesura necesaria para portar con dignidad la banda presidencial. Lógicamente, el resultado de esa nutrida artillería de calificativos provocó una polarización política difícil de restañar.
Los acontecimientos del México posterior al gobierno de López Obrador nos muestran claramente qué hubiera sucedido si en la elección presidencial de 2024 la votación mayoritaria no hubiera favorecido a Claudia Sheinbaum, sino a la oposición que fue el blanco de aquellas encendidas diatribas. No fue así, y ahora gobierna Claudia Sheinbaum en un entorno donde vox populi percibe una diarquía en el mando del país a causa de la fortaleza política de su antecesor reflejada en las posiciones políticas ocupadas por quienes lo obedecen. En ese contexto, a diez meses del ejercicio presidencial de Claudia Sheinbaum la fuerza monolítica del Movimiento cruje, como si se agrietara, o puede correr ese riesgo, porque uno de sus pilares más “honestos” está en aprietos, peor aún porque el caso en que se le involucra pudiera provocar ondas excéntricas cuyo impacto se asemejaría a un juego de boliche. Cada día que transcurre se acumulan evidencias relativas a las diferentes piezas que están en juego: a Adán Augusto lo puso en jaque el gobernador de Tabasco, ahora, desde Chiapas se reactivan las versiones acerca de que el exgobernador Rutilio Escandón, cuñado de Adán Augusto, permitió paso libre en esa entidad a células delincuenciales. Así las cosas, el bumerang lanzado por López Obrador contra el “corrupto” PRIAN torna de dirección revestido ahora de “narco Movimiento”. Némesis o Karma, he allí la cuestión. |
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