Hugo Chávez asumió la presidencia de Venezuela el 2 de febrero de 1999, una de sus primeras acciones fue la de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que resultó triunfadora procediendo a redactar el texto de una nueva constitución política mediante la cual se proclamó a ese país como Republica Bolivariana de Venezuela. La globalización mediática nos permitió seguir casi en vivo las acciones del nuevo gobierno “revolucionario”, avalado por el aplauso de seguidores vivamente esperanzados de que “ahora sí” los beneficios del petróleo permearían hacia las capas sociales más menesterosas, lo abonaba un discurso en cuya médula “el pueblo” era el inspirador de las acciones de gobierno. Lamentablemente aquel Movimiento V República que llevó a Chávez y después a Maduro al máximo poder político de Venezuela terminó en tragedia, pues más de ocho millones de ciudadanos de ese país iniciaron la diáspora y viven en el exilio buscando un bienestar que la pobreza imperante en su país le regatea. Otros miles de venezolanos sufren cárcel solo por haberse atrevido a protestar contra el gobierno exigiendo respeto a resultados electorales nada favorables al gobierno. Venezuela, antes de Chávez fue uno de los países más ricos del continente americano, ahora su pueblo sufre hambre “y sed de justicia”. Añora el “antes de Chávez”, busca ávidamente el “después de Chávez”.
Muchos kilómetros al norte estamos los mexicanos, formamos frontera con el país más poderoso del planeta, el mismo cuyo gobierno está asediando ahora mismo al gobierno presidido por Maduro y cómplices militares. El gobierno estadounidense ha retomado con renovados bríos su condición de “gendarme del mundo” y en base al “América para los americanos” como medula central de su política exterior lo está haciendo sentir en varios países del continente, México incluido. Donde cualquier mexicano se habrá de asombrar al enterarse que Diego Rivera Navarro, el alcalde de Tequila, municipio jalisciense, ha sido denunciado por extorsión a la empresa tequilera José Cuervo a la que exige cobros excesivos en impuestos municipales y licencias por 60 millones de pesos. Si esto ocurre con una empresa líder en su ramo, con medios para defenderse, ¿Qué podría hacer un ciudadano promedio ante actos de autoridad de ese pelaje? La autoridad municipal exige que la empresa exhiba permisos que el propio ayuntamiento está obligado a extender, de allí la extorsión. Por ahora, las dimensiones de esa empresa obligaron a la intervención del Gobierno del Estado para llevar las aguas a su nivel.
Mientras, allá en Noruega María Corina Machado, activista política venezolana merecidamente recibía el Premio Nobel de la Paz, para recibirlo Corina viajó desde la clandestinidad venezolana hasta Oslo, donde pronunció en Foro mundial un memorable discurso: “Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad… “Y entonces llegó la ruina: una corrupción obscena, un saqueo histórico. Durante los años del régimen, Venezuela recibió más ingresos petroleros que en todo el siglo anterior. Nos lo arrebataron todo… “El dinero del petróleo se convirtió en un arma para comprar lealtades en el exterior, mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales… “La economía colapsó más de un 80%, la pobreza superó el 86%, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir… “Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida… “Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio”. Así suceden las cosas en este mundo, quien tenga oídos para oír, que oiga. |
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