En política el abucheo cobra significativa importancia porque es una expresión que revela descontento y reprobación a quien se le dedica, normalmente un gobernante cuyo programa de gobierno ha sido deficitario u otro servidor público que no cumplió con las expectativas que la opinión ciudadana esperaba ver consolidadas. En las últimas semanas hemos tenido conocimiento de la rechifla propinada al gobernador Cuitláhuac García el 7 del mes en curso en Río Blanco, quizás lo más grave fue que lo presenciara el presidente de la república, pues pertenecen al mismo partido político y el presente es año electoral. Aquí mismo en la entidad, el miércoles cerró su campaña Claudia Sheinbaum, lo hizo en Poza Rica acompañada por Rocío Nahle candidata al gobierno de Veracruz y del alcalde Fernando Remes, quien se llevó la tarde al recibir tremendo abucheo como respuesta popular a su muy cuestionado desempeño en la alcaldía de ese municipio. Dos abucheos, uno contra Cuitláhuac y otro contra Remes, ambos militantes de Morena, justamente frente al jerarca máximo de ese partido, en Rio Blanco, contra Remes en Poza Rica en presencia de la candidata presidencial y de la candidata al gobierno veracruzano ¿no habrá despertado algún signo de preocupación? Porque ese exabrupto ciudadano provino de gente llevada al mitin, se supone son militantes de Morena concentrados allí para aplaudir a sus candidatas, ni modo de buscar culpables en la acera de enfrente. O sea, que algo no anda muy bien en este territorio.
Por si fuera poco, en el evento de respaldo a Sheinbaum antes y después de realizarse fueron sorprendidos servidores públicos del gobierno veracruzano en plena faena de proselitismo en día laborable, el Subsecretario de la SIOP entre ellos; aunado a esa demostración de abierto desacato a la norma electoral, fue tan evidente el uso de recurso público que no solo invita sino que obliga a formular las denuncias correspondientes, que por cierto se han ido acumulando en los expedientes de las autoridades del ramo. Preocupante, porque cuando los lineamientos legales se convierten en fastidiosos obstáculos se transmite la percepción de que una vez en posesión del poder se acudirá a todo artificio para conservarlo. Grave discernimiento, preocupante dilema, porque al fallar el imperio de las instituciones se derrumba la estructura democrática que habíamos conseguido. Este es un diagnóstico de índole pesimista, sí, pero está formulado en base al dato duro de la realidad ¿acaso no hay manifiestas señales de que vamos a una elección de estado? Es posible evitarlo, por supuesto: que la ciudadanía salga a votar en masa para derrotar al abstencionismo, y a algo más, la elevada participación ciudadana es característica de una sociedad madura, ya veremos hasta qué grado podemos serlo. |
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