“No me des poder, ponme donde hay”, es un refrán muy conocido entre quienes buscan la forma en la maraña burocrática de colocarse para medrar del presupuesto público, ese singular cinismo es parte de nuestra milenaria subcultura política que busca beneficios personales a través del usufruto patrimonialista del poder. “En México cada seis años nace una comalada de nuevos ricos”, fue una celebrada frase atribuida al expresidente Emilio Portes Gil hace casi un siglo con la que describía el súbito enriquecimiento de quienes habiendo ocupado cargos públicos salían convertidos en contratistas, empresarios y dueños de residencias en los modernos fraccionamientos de la época, por cierto, un fenómeno bastante conocido en Xalapa. Tal procedimiento ya de rutina ocurre sin regateos, haya o no suficientes recursos para la inversión pública, con presupuesto boyante o pleno de remiendos por recortes aquí para resarcir y zurcir necesidades allá, incluso, como ocurre en Veracruz, pese a los subejercicios presupuestales.
Pero, a propósito de penurias financieras y embrollos presupuestales, la discusión nacional está centrada en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 (PEF) muy acentuadamente en asignaciones presupuestales bastante suculentas: 40 mil millones de pesos para terminar la construcción del Tren Maya; más 827 millones 762 mil pesos para cubrir el pago de nómina. Todo porque los 680 millones de pesos que supuestamente ingresará ese Tren no son suficientes para cubrir los mil 507 millones de pesos del “gasto corriente” de ese megaproyecto, que por cierto pasó de 150 mil millones de pesos, según su costo original, a más de 500 mil millones de pesos. También destina a Mexicana de Aviación, a los 12 aeropuertos, 6 hoteles, 3 parques y 2 museos, 2 mil 275 millones de pesos, y para pagar la nómina. Para el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, 123 millones de pesos, para completar los 802 millones de pesos en gastos corrientes. Obviamente, para el juego del trenecito otros 25 mil millones de pesos para terminar las obras del ferrocarril del Istmo. A cambio, sectores como salud, educación sufren recortes de entre 1.5 y 10%. La Secretaría de Salud, una reducción de 12.12%. Cuando se puso en operación en 1979 el gran complejo del yacimiento petrolero “Cantarell”, el presidente López Portillo convocó a los mexicanos a “estar preparados para administrar la riqueza”, ese sueño quedó en utopía porque en los hechos de esa riqueza nada quedó para la población. Ahora, las circunstancias parecen advertirnos que nos preparemos para administrar la pobreza, y eso no cabe en utopía sino en nuestra dura realidad, he allí el detalle. |
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